De los 69 periodistas que caídos en el ejercicio de la profesión en 2015, el 40 % murió a manos de grupos radicales islamistas como Al-Qaeda y el Estado Islámico. Más de dos terceras partes del total de periodistas muertos fueron objeto de asesinatos selectivos. Un informe especial del CPJ elaborado por Elana Beiser
Publicado el 29 de diciembre de 2015
Grupos radicales islamistas como el Estado Islámico y Al-Qaeda fueron responsables de la muerte de 28 periodistas en todo el mundo este año –el 40 % del total de periodistas que cayeron en cumplimiento de su labor–, según datos que se derivan del análisis anual del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés). Nueve de esas muertes ocurrieron en Francia, que solamente fue superada por Siria como el país más peligroso para el ejercicio del periodismo en 2015.
A escala global, 69 periodistas cayeron mientras cumplían su labor, entre ellos los asesinados en represalia por su trabajo así como los que murieron en combate o fuego cruzado o en otras coberturas peligrosas. El total, que incluye periodistas caídos entre el 1 de enero y el 23 de diciembre de 2015, es superior a la cifra de 61 periodistas que murieron en 2014. El CPJ investiga los casos de por lo menos otros 26 periodistas muertos durante el año, para determinar si existe algún vínculo con la labor periodística.
A diferencia de los últimos tres años, los casos de periodistas muertos se encuentran dispersos en muchos países. Por lo menos cinco periodistas murieron, respectivamente, en Iraq, Brasil, Bangladesh, Sudán del Sur y Yemen.
En 2012, 2013 y 2014, los casos de periodistas muertos en Siria superaron por amplio margen a los casos ocurridos en el resto del mundo. El declive en la cifra de periodistas muertos en Siria –donde 13 murieron en 2015– en parte refleja la reducción en la cantidad de periodistas que ejercen la profesión en ese país–, a raíz de que muchos importantes medios internacionales decidieran no enviar personal a Siria y de que los periodistas locales huyeran al exilio.
Pero la reducción en la cifra de casos confirmados de muerte de periodistas en Siria también refleja la creciente dificultad que enfrentó el CPJ para investigar casos en ese país y en otros países asolados por conflictos, entre ellos Libia, Yemen e Iraq. El CPJ llevó a cabo una misión de investigación a Iraq este año para investigar informaciones de que hasta 35 periodistas de Mosul estaban desaparecidos o muertos o eran cautivos del Estado Islámico. Ante el control que ejerce este grupo radical sobre la información concerniente a la ciudad, el CPJ pudo confirmar la muerte de solamente unos pocos. En toda la región, el CPJ ha recibido informaciones de que decenas de otros periodistas han muerto, pero no ha podido corroborar de manera independiente si ellos en realidad murieron y, en caso de comprobarse la muerte, si el motivo fue la labor periodística. Los casos de varios de estos periodistas pueden encontrarse en la lista de “desaparecidos” del CPJ.
Los periodistas que siguen ejerciendo el periodismo en estos países devastados por conflictos, con frecuencia están afiliados a grupos participantes en el conflicto, lo cual complica aún más los esfuerzos del CPJ por determinar el motivo de la muerte de los periodistas.
Al-Qaeda en la Península Arábiga se atribuyó la responsabilidad de la masacre en la que resultaron asesinados ocho periodistas en la sede de la revista satírica Charlie Hebdo en París en enero, mientras que en octubre el Estado Islámico asesinó a dos periodistas sirios, Fares Hamadi e Ibrahim Abd al-Qader, quienes vivían exiliados en Turquía. Abd al-Qader fue uno de los miembros iniciales de Raqaa is Being Slaughtered Silently (Raqqa está siendo masacrada en silencio), un colectivo de periodismo ciudadano sirio al cual el CPJ homenajeó con uno de los Premios Internacionales a la Libertad de Prensa de 2015.
En Bangladesh, se sospecha que los miembros de un grupo afiliado a Al-Qaeda o los miembros de otro grupo extremista local, Ansarullah Bangla Team, fueron los autores del asesinato a machetazos o a puñaladas del propietario de una publicación y de cuatro blogueros, entre ellos el escritor bangladesí-estadounidense Avijit Roy, quien asistía a una feria del libro cuando fue asesinado. En Pakistán, los talibanes se atribuyeron la responsabilidad del asesinato a balazos de Zaman Mehsud, presidente y secretario general de la sección de Waziristán del Sur de la Unión Tribal de Periodistas y reportero de los periódicos en idioma urdu Daily Ummat y Daily Nai Baat. Y en Somalia, Hindia Haji Mohamed, periodista de medios audiovisuales estatales y viuda de otro periodista asesinado, murió en diciembre cuando una bomba estalló en su auto en un atentado reivindicado por el grupo radical islamista al-Shabaab.
Estos asesinatos ocurrieron mientras gobiernos de todas partes del mundo mantenían en las cárceles a por lo menos 110 periodistas por acusaciones de cometer delitos contra el Estado (del total de 199 periodistas encarcelados), según el análisis anual de casos de periodistas presos más reciente, lo cual muestra cómo la prensa al mismo tiempo es blanco de los terroristas y de las autoridades que dicen combatir el terrorismo.
A escala global, más de dos terceras partes de los periodistas muertos en 2015 fueron objeto de asesinatos selectivos en represalia por su labor informativa, lo cual coincide con el promedio histórico pero es un porcentaje mayor que el que el CPJ ha constatado en los últimos cinco años.
En aproximadamente la tercera parte de las muertes de periodistas en todo el mundo, los responsables fueron los grupos criminales, los funcionarios gubernamentales o los habitantes locales –en la mayoría de los casos narcotraficantes o funcionarios locales sospechosos de estar aliados con el crimen organizado–. Ese fue el caso del periodista brasileño Gleydson Carvalho, quien murió asesinado a balazos por dos sujetos mientras presentaba su programa de radio vespertino, que con frecuencia criticaba a la policía y a los políticos locales por estar implicados en la corrupción y otros actos ilícitos. Brasil, con seis casos de asesinato de periodistas, registró su mayor cifra de muertes desde que en 1992 el CPJ comenzó a llevar estadísticas detalladas de estos casos. Si bien el nivel de violencia no tiene precedentes, las autoridades judiciales brasileñas han obtenido avances en el combate contra la impunidad, pues han logrado seis condenas en casos de asesinato en los últimos dos años.
Sudán del Sur, la nación más nueva del mundo, hizo presencia por primera vez en la base de datos del CPJ sobre casos de periodistas caídos cuando sujetos armados no identificados emboscaron una caravana oficial en el estado Bahr al Ghazal Occidental, lo cual provocó la muerte de cinco periodistas que viajaban con un funcionario municipal. Se desconoce tanto el motivo del ataque como los autores, y los funcionarios señalan como responsables a varias partes, entre ellos los simpatizantes del ex vicepresidente Riek Machar, cuya disputa con el presidente Salva Kiir en torno al poder desató la guerra civil en 2013. Los asesinatos colocaron a Sudán del Sur en el Índice de Impunidad Global del CPJ, que se enfoca en los países donde asesinan a los periodistas con regularidad y los autores de tales crímenes continúan impunes.
Aparte de Sudán del Sur, Polonia y Ghana aparecieron por primera vez en la base de datos del CPJ sobre casos de periodistas caídos por su labor. En Polonia, Łukasz Masiak, fundador y director de un sitio web de noticias que informaba sobre la delincuencia, las drogas y la contaminación, murió luego de sufrir una agresión en una bolera después de haberles dicho a sus colegas que temía por su vida. En Ghana, George Abanga, reportero de una radioemisora, murió asesinado a tiros disparados a quemarropa al regresar de la cobertura de una disputa entre agricultores dedicados al cultivo del cacao.
Otras tendencias que se derivaron de las investigaciones del CPJ:
- Un total de 17 periodistas de todo el mundo murieron en combate o fuego cruzado. Cinco murieron en coberturas peligrosas.
- Al menos 28 de las 47 víctimas de asesinato recibieron amenazas antes de ser asesinadas.
- Por primera vez desde 2007, el CPJ no documentó ningún caso de periodista asesinado en Filipinas por el ejercicio de la profesión. No obstante, por lo menos siete periodistas murieron en circunstancias no esclarecidas y el CPJ continúa investigando estos casos para determinar si existe algún vínculo con la labor periodística.
- El trabajo más peligroso fue el de reportero de medios audiovisuales, con 25 casos de periodistas caídos en cumplimiento de su labor. Un total de 29 víctimas eran periodistas de medios digitales.
- La fuente más comúnmente cubierta por las víctimas fue la política, seguida de la cobertura de conflictos y los derechos humanos.
El CPJ comenzó a recopilar datos detallados sobre todas las muertes de periodistas en 1992. El personal del CPJ de manera independiente investiga y verifica las circunstancias de cada muerte. El CPJ considera que un caso está vinculado con el ejercicio de la profesión únicamente cuando su personal tiene certeza razonable de que un periodista cayó en represalia directa por su labor periodística; fue muerto en un incidente de fuego cruzado relacionado con el combate; o cuando realizaba una cobertura en un entorno hostil.
Si el motivo de una muerte no está claro, pero existe la posibilidad de que un periodista haya muerto en relación con su labor periodística, el CPJ clasifica el caso como “pendiente de confirmación” y continúa las investigaciones. La relación de casos del CPJ no incluye los casos de periodistas que murieron a causa de una enfermedad o en accidentes automovilísticos o aéreos, a menos que el accidente haya sido provocado por actos hostiles. Otras organizaciones de prensa que emplean un criterio diferente al del CPJ mencionan una cifra de muertes más elevada que el CPJ.
La lista de casos del CPJ sobre los periodistas caídos por su labor informativa en 2015 comprende la ficha del caso y análisis estadístico. El CPJ también mantiene una base de datos con los casos de todos los periodistas muertos desde 1992.
Elana Beiser es directora editorial del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).