La violencia obliga a los periodistas somalíes y sirios a marcharse al exilio; se intensifica la represión en Irán
Durante los últimos 12 meses, 55 periodistas huyeron de sus hogares con la ayuda del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés). La razón más común para marcharse al exilio fue la amenaza de violencia, como por ejemplo en Somalia y en Siria, dos de las naciones con mayores índices de violencia contra la prensa en todo el mundo. Otros periodistas huyeron ante la amenaza de cárcel, particularmente en Irán, donde el gobierno intensificó la represión en el período previo a las elecciones. Un informe especial del CPJ por Nicole Schilit
Publicado el 19 de junio del 2013
NUEVA YORK
Con 20 años de experiencia como periodista investigativa en México, Verónica Basurto estaba consciente de los peligros cuando comenzó a denunciar graves fallas en el sistema judicial mexicano. Durante años, ella sabía que el teléfono de su casa y el celular eran blanco de interceptaciones, y que con frecuencia la seguían. Pero Basurto nunca pensó en dejar de ejercer el periodismo o en abandonar México hasta este año, cuando comenzó a recibir mensajes de textos gráficos que detallaban cómo asesinarían a su familia. Atemorizada, de inmediato solicitó protección a las autoridades mexicanas, que lo único que hicieron fue darle un aparato de alerta para que se comunicara con ellos en caso de emergencia. Mientras tanto, las amenazas se hicieron más graves. "Y entonces fue cuando me entró pánico de verdad y pensé: me tengo que ir del país", relató Basurto entre lágrimas al CPJ. "Sabía que podía vivir con miedo, pero lo que no podía soportar era que algo le sucediera a mi familia". Con la ayuda de organizaciones internacionales, Basurto huyó de México con destino a Europa en marzo, llevándose pocas pertenencias personales: no tuvo ninguna otra manera de proteger a sus seres queridos.
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Basurto es una de los 55 periodistas a quienes el CPJ ayudó a huir de sus hogares en los últimos 12 meses, una cifra ligeramente inferior a la del año anterior. Los países con el mayor número de periodistas exiliados fueron Irán y Somalia, con nueve y ocho periodistas, respectivamente. Irán y Somalia han encabezado la lista de periodistas exiliados del CPJ en los últimos cinco años. Estos dos países fueron seguidos de Etiopía, Siria, Eritrea, México, Sri Lanka, Sudán y otros 13. Al igual que Basurto, la mayoría de los periodistas huyeron al exilio como último recurso, y dejaron atrás sus trayectorias profesionales, sus empleos y sus familias para escapar de varias formas de intimidación como la violencia, la prisión y las amenazas de muerte.
El CPJ publica su investigación anual acerca de los periodistas exiliados para conmemorar el Día Mundial de los Refugiados, el 20 de junio. Este informe cuenta solamente a los periodistas que huyeron a causa de actos de acoso vinculados al ejercicio del periodismo, que permanecieron en el exilio por al menos tres meses y cuyo paradero y actividades actuales son del conocimiento del CPJ. Esta investigación se basa exclusivamente en los casos que el CPJ ha apoyado, de los cuales deriva tendencias globales. La investigación del CPJ no abarca los casos de muchos periodistas y trabajadores de medios que abandonaron sus países en busca de oportunidades profesionales, o con el objetivo de escapar de la violencia en general; o aquellos que fueron acosados por actividades ajenas al periodismo, como el activismo político.
Los periodistas a quienes el CPJ brindó ayuda, mencionaron el temor a la violencia como la principal razón para abandonar sus hogares. En la actualidad el país donde se registra la mayor violencia letal contra los periodistas es Siria, donde al menos 28 fueron muertos por su labor informativa en 2012, según datos del CPJ. El CPJ prestó ayuda a cinco periodistas que huyeron en los últimos 12 meses y a un total de 18 en general. El CPJ estima que un número más elevado de periodistas se han exiliado, pero la naturaleza del conflicto y la crisis humanitaria de los refugiados dificultan confirmar los números exactos. El trabajo del CPJ con los periodistas sirios exiliados sigue en marcha.
La violencia también es grave en Somalia, país asolado por conflictos, y por ello 70 periodistas se han visto obligados a abandonar el país desde 2008, de acuerdo con datos del CPJ. Somalia también fue uno de los 10 países con mayores registros de violencia letal contra los periodistas cada año en ese período. En 2012, una cifra récord de 12 periodistas fueron asesinados en Somalia, a pesar de que en 2011 las fuerzas gubernamentales desalojaron casi totalmente de Mogadiscio, la capital, a los milicianos del grupo Al-Shabaab. Los recientes asesinatos han generado preocupación en el sentido de que un grupo cada vez más amplio de actores con motivaciones políticas está tomando represalias contra la prensa.
Los periodistas que abandonaron Somalia, México y Sri Lanka señalaron al CPJ que tomaron esa decisión porque no podían confiar en que las autoridades de sus países les proporcionaran seguridad y protección. Los tres figuraron en el Índice de Impunidad del CPJ, que denuncia los países donde los periodistas son asesinados y sus asesinos continúan libres. Los países con elevados índices de impunidad a menudo ven un aumento en la violencia porque los autores de los asesinatos se sienten envalentonados ante las escasas posibilidades de que sean apresados. La consecuencia es la autocensura y el exilio. "México se está convirtiendo en una tumba silente donde los periodistas están mudos y las autoridades están sordas", aseguró Basurto.
La segunda razón más común dada por los periodistas para explicar la decisión de exiliarse, es la amenaza de prisión. Irán es el segundo país del mundo con peor registro de periodistas presos, según estadísticas del CPJ. Desde que Teherán reprimió a los periodistas tras las disputadas elecciones presidenciales de 2009, empleando una política de arrestos, horribles condiciones carcelarias, excarcelaciones y nuevos arrestos, el CPJ ha documentado los casos de varios periodistas que huyeron a naciones vecinas. Los nueve periodistas a quienes el CPJ ha brindado ayuda en los últimos 12 meses son casi el doble del número de periodistas que el CPJ ayudó durante el año anterior, lo que refleja la intensidad de la campaña gubernamental para limitar la labor de los medios de cara a las elecciones presidenciales celebrabas a mediados de junio.
Muchos periodistas huyeron de Eritrea y Etiopía --los países africanos con mayor cantidad de periodistas encarcelados en 2012-- ante el temor de ser encarcelados. De los 30 periodistas exiliados de Eritrea a quienes el CPJ ha brindado asistencia desde 2008, la mayoría estuvo presa en las cárceles eritreas, de triste fama, antes de escapar del país. Un reportero de un medio impreso que solicitó el anonimato por temor a su seguridad, huyó de Eritrea para Sudán en agosto de 2008 tras permanecer casi seis años en un centro de detención del gobierno. El reportero había sido arrestado en 2002 y nunca se le acusó oficialmente de ningún delito, a pesar de lo cual él dijo que lo habían interrogado repetidamente, que había realizado trabajos forzados, y que lo habían torturado al ser atado y ser suspendido su cuerpo en el aire por tiempo prolongado. Antes de ser arrestado, se había desempeñado en los medios oficiales y también había sido colaborador de uno de los pocos periódicos independientes del país. Las autoridades eritreas cerraron todos los medios independientes en una campaña represiva generalizada que comenzó en septiembre del 2001. Muchos periodistas han sufrido en prisión desde entonces, sin que se les haya formulado cargos ni sometido a juicio.
Los periodistas de Somalia, Eritrea, Etiopía y Ruanda, todas en África Oriental, se exiliaron en grandes números en los últimos 12 meses, al igual que en años anteriores. Desde el 31 de mayo de 2012, el CPJ ha prestado asistencia a 18 periodistas exiliados de África Oriental, lo cual convierte a esta región en el principal origen de periodistas exiliados por sexto año consecutivo, todo el período durante el cual el CPJ ha recopilado estos datos. La mayoría se han trasladado a Nairobi y Kampala, capitales de Kenia y Uganda, respectivamente, donde viven en condiciones muy difíciles.
Los periodistas somalíes que viven en Nairobi relataron al CPJ que enfrentan reiteradas amenazas de múltiples actores. Varios afirmaron que habían sido objeto de abusos físicos, intentos de extorsión o detenciones ilegales por parte de las fuerzas de seguridad de Kenia, las que discriminan a los refugiados en Nairobi. En diciembre de 2012, el Departamento de Kenia sobre Asuntos de Refugiados emitió una declaración que culpaba a los refugiados somalíes por contribuir a los problemas de inseguridad del país y ordenaba a todos los residentes en Nairobi a reubicarse en campamentos de refugiados, donde la violencia es grave, expresaron los periodistas al CPJ. De acuerdo con entrevistas realizadas por el CPJ, los periodistas refugiados creen que los integrantes de Al-Shabaab --el grupo del cual precisamente huyeron-- están activos en los campamentos. Algunos sostuvieron que recibían amenazas en Nairobi de personas que ellos creían que eran miembros de Al-Shabaab. Las amenazas los obligaban a permanecer en casa y a tener muy poca comunicación con el mundo exterior.
Los periodistas iraníes en el exilio tienen preocupaciones similares. De los que huyeron de Irán en los últimos dos años, por lo menos tres viven en Malasia, donde la comunidad de exiliados iraníes es cada vez mayor porque es relativamente fácil conseguir visado en los puntos de entrada. Los periodistas iraníes residentes en Malasia explicaron al CPJ que viven atemorizados debido a las amenazas de violencia y acciones legales por parte de personas que ellos creen trabajan para el gobierno iraní.
Otros periodistas iraníes huyeron a Turquía, donde no se requieren visados de entrada, pero donde no cuentan con apoyo ni protección del gobierno. Turquía no ofrece asilo permanente a los ciudadanos de países no europeos, y a los refugiados iraníes no se les permite ni asentarse permanentemente ni buscar empleo. Para que los reubiquen en un tercer país, ellos deben estar inscritos como refugiados con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pero los periodistas señalaron al CPJ que hay un plazo de espera de dos años para concluir la inscripción. La oficina de Naciones Unidas en Ankara, la capital turca, en respuesta a preguntas del CPJ sobre el prolongado tiempo de espera, afirmó que se había registrado un aumento del 500 % en las solicitudes de "algunas nacionalidades" desde el año pasado. La oficina de la ONU agregó que estaba reorganizando sus procedimientos y que todos los iraníes concluirían el proceso de inscripción en un plazo de 18 meses.
Turquía también ha presenciado un incremento en el número de periodistas sirios exiliados, mientras que otros periodistas sirios se han marchado a Jordania. Entre los periodistas que el CPJ ayudó tras huir de Siria está la periodista radial Rania Badri, quien refirió al CPJ que en 2011 ella era una de las mujeres mejor pagadas en los medios sirios. Badri era la presentadora de un popular programa matutino de comentarios en Ninar, una radioemisora propiedad de la familia Assad, en el poder en Siria, donde ella se refería a los titulares del día pero no se enfocaba en la política, según ella. No obstante, poco después del comienzo de las protestas en Siria, el gerente de la radioemisora le comunicó a Badri que debía informar que no había manifestaciones en Siria. La periodista inicialmente se negó, pero pronto se dio cuenta de que enfrentaría serias consecuencias, inclusive la posibilidad de prisión, si no cumplía con la exigencia del gobierno. Badri expresó al CPJ que abandonó Siria porque no podía seguir trabajando en un país sin libertad de prensa.
Badri llegó a la India en septiembre de 2011. En enero de 2012, se trasladó a Jordania, donde vivía su hermano, también periodista. Un mes después, Badri, su hermano y otros colegas fundaron New Start (Nuevo Comienzo), una radioemisora por Internet independiente donde divulgaban las noticias que llegaban de Siria, inclusive los lugares donde ocurrían las manifestaciones y los detalles sobre las muertes y los arrestos diarios. También entrevistaban a periodistas, activistas y políticos opositores que permanecían dentro del país. Pero rápidamente, varios integrantes del personal de New Start comenzaron a recibir a amenazas de presuntos agentes sirios que les ordenaron marcharse de Jordania o atenerse a las consecuencias, de acuerdo con Badri. Por ello, Badri decidió trasladarse a Túnez, de donde viajó a París. Desde entonces New Start ha dejado de funcionar.
En Francia, Badri continúa escribiendo y ofreciendo entrevistas sobre la situación de Siria. No obstante, ella precisó que ya no se considera una periodista que ejerce la profesión. "La respuesta es olvidar que eras un periodista", afirmó Badri. "Ahora eres una refugiada. Olvida la vida que tuviste antes".
Sólo el 20 %, aproximadamente, de los periodistas exiliados incluidos en la investigación del CPJ continúan ejerciendo la profesión. Muchos se ven obligados a realizar trabajos de baja categoría para sobrevivir. El periodista eritreo que huyó a través de Sudan actualmente tiene un empleo de tecnología en Estados Unidos que describe como "demasiado alejado del periodismo". Algunos periodistas entrevistados afirmaron que sintieron que al abandonar la profesión, habían abandonado el respeto y la estima que acompaña a los profesionales. Muchos dijeron que sentían como si hubieran perdido una parte de la identidad.
De hecho, todos los periodistas entrevistados por el CPJ aseguraron que la vida en el exilio les ha dejado un elevado saldo sicológico. Basurto, por ejemplo, dijo que se sentía como la cáscara de un huevo que está a punto de romperse. "Desde que me fui, he pasado tantas noches sin dormir", aseveró en una reciente entrevista telefónica. "Todavía siento que me siguen, hasta cuando camino en calles europeas, y yo sé lo absurdo que es".
Nicole Schilit, quien se desempeña en el Programa de Asistencia a los Periodistas del CPJ, obtuvo una maestría en Administración Pública de la Facultad de Asuntos Internacionales y Públicos (SIPA, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Tiene experiencia en la fotografía documental y su labor de posgrado se enfocó en los campos de Derechos Humanos y Medios Internacionales, Defensa de Causas (Advocacy) y Comunicaciones.