La violencia en Siria contribuyó al significativo aumento en el número de periodistas caídos en el ejercicio de la profesión en 2012, al igual que varios asesinatos en Somalia. Entre los caídos se encuentra una proporción récord de periodistas que trabajan en Internet. Un informe especial del CPJ
Publicado el 18 de diciembre del 2012
NUEVA YORK
El número de periodistas caídos mientras ejercían la profesión tuvo un pronunciado aumento en 2012. La guerra civil de Siria, un número récord de asesinatos en Somalia, la incesante violencia en Pakistán y la preocupante alza en los casos de periodistas brasileños asesinados contribuyeron a un aumento del 42 % en las muertes de periodistas en comparación con el año anterior. Los periodistas de Internet aportaron más víctimas que nunca, mientras que la proporción de reporteros independientes fue nuevamente superior al promedio histórico, según las conclusiones del análisis anual del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).
Con 67 periodistas muertos en relación directa con su labor, a mediados de diciembre, 2012 va camino de convertirse en uno de los años más letales para la prensa desde que el CPJ comenzó a recopilar datos detallados sobre estos casos en 1992. El peor año del que se tiene constancia en lo relativo a muertes de periodistas fue 2009, cuando el CPJ confirmó que 74 periodistas cayeron en el ejercicio de la profesión –casi la mitad de esa cifra asesinados en una masacre en la provincia de Maguindanao, en Filipinas–. El CPJ investiga las muertes de otros 30 periodistas en 2012, con la finalidad de determinar si estuvieron relacionadas con la labor periodística.
Siria fue, con mucho, el país con más muertes de periodistas en 2012, ya que 28 reporteros cayeron en combate o fueron víctima de asesinato a manos de fuerzas gubernamentales u opositoras. Además, un periodista que cubría el conflicto sirio fue muerto en la frontera con Líbano. El número de muertes relacionadas con el conflicto sirio se acerca al peor saldo anual registrado durante la guerra de Iraq, cuando 32 periodistas fueron muertos en 2006 y en 2007.
Paul Wood, corresponsal de la BBC para el Medio Oriente, quien ha cubierto Iraq y otras guerras, expresó que el conflicto sirio “es el más difícil en el que hayamos trabajado”. El gobierno del presidente Bashar al-Assad intentó cortar el flujo informativo al prohibir la entrada al país de reporteros extranjeros, lo cual obligó a Wood y a otros muchos periodistas a ingresar de manera clandestina a Siria para cubrir el conflicto. “Tuvimos que ocultarnos en camiones de verduras y hemos sido perseguidos por la policía siria. Cualquier cosa puede suceder cuando un periodista trata de informar de manera encubierta”.
Al estar prohibido el ingreso al país de la prensa extranjera y al estar la prensa nacional bajo el control estatal, los periodistas ciudadanos agarraron las cámaras y las libretas para documentar el conflicto –y por lo menos 13 de ellos pagaron con sus vidas–. Uno de ellos, Anas al-Tarsha, solamente tenía 17 años de edad. Por lo menos cinco de los periodistas ciudadanos trabajaban para la red noticiosa Shaam News Network, cuyos videos han sido ampliamente reproducidos por las organizaciones de noticias internacionales.
“Uno siente que ésta es la primera guerra de YouTube”, apuntó Wood. “Ves a un sujeto con una ametralladora y a su lado a otros dos con teléfonos con cámara”. Los periodistas sirios, según Wood, han enfrentado riesgos procedentes de todas las partes involucradas en el conflicto. “Hemos visto que los rebeldes han atacado a periodistas partidarios del gobierno, eso es un hecho bastante conocido. Al mismo tiempo, los periodistas opositores dicen que el régimen sirio los ataca por ser periodistas”.
Entre los periodistas asesinados en Siria figura Ali Abbas, director de información nacional de la agencia de noticias estatal SANA. Su muerte a tiros en Damasco fue reivindicada por un grupo armado islámico vinculado con Al-Qaeda. Mosaab al-Obdaallah, reportero del diario oficialista Tishreen, fue baleado a quemarropa en su casa por las fuerzas de seguridad sirias. Colegas y amigos afirman que el reportero fue objeto de represalia después de que las autoridades se enteraron de que estaba enviando noticias y fotos sobre el conflicto a sitios web de partidarios de la oposición.
A escala mundial, la gran mayoría de las víctimas –el 94 %– fueron periodistas locales que cubrían los hechos en sus propios países, una proporción similar a las estadísticas históricas. Cuatro periodistas extranjeros cayeron en el ejercicio de la profesión en 2012, todos en Siria: la estadounidense Marie Colvin, quien informaba para el periódico británico Sunday Times; el fotógrafo independiente francés Rémi Ochlik; el reportero del canal de TV France 2 Gilles Jacquier; y la periodista de Japan Press Mika Yamamoto.
Las muertes atribuibles al combate constituyeron una proporción mayor del saldo de periodistas caídos en comparación con años anteriores. El fuego cruzado relacionado con el combate fue responsable de más de un tercio de las muertes de periodistas a escala mundial en 2012, casi el doble de la proporción histórica. Casi el 50 % de las muertes en 2012 se debió a asesinatos en represalia, un porcentaje inferior al promedio de 69 % de las dos últimas décadas. El saldo restante de las muertes de periodistas en 2012 ocurrió durante coberturas de riesgo, como por ejemplo la cobertura de protestas callejeras.
Las 12 muertes de periodistas en Somalia en 2012 consistieron en asesinatos. Ha sido el año más letal que jamás se haya registrado en este país, con una larga historia de asesinatos de periodistas. Las autoridades somalíes no han instruido ningún proceso por asesinato de periodistas en los últimos 10 años, según datos del CPJ. Los periodistas somalíes señalan que este perfecto historial de impunidad puede atribuirse a instituciones gubernamentales corruptas y débiles, una situación que sirve de estímulo para los asesinatos. La primera víctima del 2012 fue Hassan Osman Abdi, conocido como el “Fantástico”, director de Shabelle Media Network. El asesinato provocó que el entonces ministro de Información, Abdulkadir Hussein, se comprometiera a una investigación exhaustiva, pero Shabelle Media Network perdió a otros tres empleados más, víctima de asesinatos, durante el año.
El elevado saldo de muertes de periodistas somalíes se debió en parte a una transición política complicada y sensible y en parte a los militantes del grupo Al-Shabaab, quienes fueron desalojados de la capital, Mogadiscio, en 2011, según Mohamed Odowa, subdirector de la radioemisora independiente Radio Kulmiye. Varios periodistas de la radioemisora fueron heridos de gravedad en ataques en 2012. “Al-Shabaab estaba perdiendo terreno y lo habían expulsado de grandes zonas, y por tanto el grupo quiso enviar al mundo exterior el mensaje de que ellos todavía estaban en la capital”, precisó Odowa al CPJ. Al-Shabaab se atribuyó la responsabilidad de por lo menos cuatro asesinatos del 2012, según datos del CPJ.
Los periodistas que trabajan en Internet constituyeron más de un tercio de los periodistas caídos en 2012, un drástico aumento en comparación con el 20% registrado en 2011 y la mayor proporción de periodistas de estos medios que el CPJ jamás haya documentado. Paralelamente, la proporción de periodistas de medios impresos que cayeron en el ejercicio de la profesión en 2012 descendió al 31 %, el nivel más bajo registrado. En las últimas dos décadas, los periodistas de medios impresos constituían más de la mitad de los periodistas muertos. El saldo restante de los periodistas muertos en 2012 se desempeñaba en la televisión y la radio.
El 28 % de los periodistas caídos en 2012 eran independientes (freelance), en proporción con las cifras de 2011 pero el doble del porcentaje que los periodistas independientes ha constituido como promedio. El periodista independiente paquistaní Mukarram Khan Aatif, quien colaboraba con el canal de TV privado Dunya News y con Deewa Radio, el servicio en idioma pastún de la Voz de América, la radioemisora financiada por el gobierno estadounidense, fue baleado afuera de una mezquita en Shabqadar, unas 15 millas (24 km) al norte de la ciudad de Peshawar. Aunque los talibanes se atribuyeron la responsabilidad por el asesinato, ocurrido en enero, la exhaustiva cobertura informativa que Aatif brindó sobre el conflicto de la zona fronteriza entre Pakistán y Afganistán le había ganado numerosos enemigos.
Pakistán, el país donde más periodistas murieron en 2010 y 2011, descendió dos puestos este año, pero el número de muertes se mantuvo invariable, con siete. Cuatro de esas muertes tuvieron lugar en Baluchistán, la región más pobre de Pakistán y escenario de prolongada violencia entre fuerzas separatistas, antiseparatistas, varias tribus y grupos étnicos, las fuerzas de seguridad y organismos de inteligencia pakistaníes, y grupos aliados con los talibanes. Entre las víctimas se encontraba Abdul Haq Baloch, corresponsal de ARY Television, quien fue baleado en septiembre mientras salía del Club de la Prensa de Khuzdar, donde ocupaba el puesto de secretario general. Las autoridades no han procesado a nadie por el asesinato, el resultado más común en los casos de asesinatos de periodistas tanto en esa región como en el resto del país.
“El hecho de que los periodistas sean blanco de represalia con tanta frecuencia en Baluchistán tiene que ver con el movimiento nacionalista”, según Malik Siraj Akbar, fundador y editor del periódico digital The Baloch Hal y natural de Baluchistán, quien en la actualidad reside en Estados Unidos. “Hay una rebelión contra el gobierno en toda la provincia de Baluchistán. Cuando asesinan a un periodista en Khuzdar y el gobierno no reacciona, ello promueve una cultura de impunidad y fomenta las represalias contra periodistas en otras partes”.
En Brasil, cuatro periodistas murieron en relación directa con la labor periodística, lo que representa el mayor saldo anual del país en más de una década y eleva a siete el número total de muertes en los últimos dos años. El CPJ investiga otras cuatro muertes durante ese período, con el propósito de determinar el motivo. Brasil, que históricamente ha sido uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo, había sido escenario de pocas muertes de periodistas entre el 2005 y el 2010, por lo cual el reciente incremento es particularmente alarmante para los periodistas brasileños.
“En las pequeñas ciudades, los blogueros y redactores de pequeños periódicos y portales digitales que están realizando denuncias de corrupción, están siendo blanco de represalias”, afirma Gabriel Elizondo, corresponsal de Al-Jazeera en São Paulo. “El perfil generalmente es el mismo: es el periodista de una pequeña localidad, que trabaja para un medio pequeño, quien muere asesinado a balazos”.
Entre los periodistas asesinados en 2012 está Décio Sá, quien escribía sobre política para el periódico O Estado do Maranhão y ahondaba en el tema de la corrupción política en el popular Blog do Décio. Las autoridades de Maranhão han arrestado a varios sospechosos, entre ellos al presunto sicario y al autor intelectual del crimen, quienes han sido procesados, según versiones difundidas por los medios. Sá había recibido reiteradas amenazas en relación con su labor periodística. A nivel mundial, aproximadamente un tercio de los periodistas víctima de asesinato habían denunciado amenazas.
El CPJ documentó la muerte de un trabajador de medios en 2012. En Pakistán, Mohammad Amir, del canal privado de noticias ARY TV, cayó víctima de disparos mientras conducía un vehículo que transportaba a un equipo reporteril a la ciudad de Peshawar, donde tenían lugar violentas protestas.
En 2003 el CPJ comenzó a documentar las muertes de trabajadores de medios tales como los traductores, conductores y ayudantes. En 2007, en la mayor cifra registrada por el CPJ, 20 de estos trabajadores murieron, 12 de ellos en Iraq. La ausencia de muertes de trabajadores de medios en Siria, a pesar de que hubo tantos periodistas caídos, refleja las circunstancias particulares del conflicto y la cambiante naturaleza del mundo de las noticias. Los reporteros extranjeros no han podido trabajar abiertamente en el país y se han visto obligados a recurrir a activistas y contrabandistas para obtener apoyo, en lugar de los tradicionales ayudantes o “fixers”. Al mismo tiempo, los propios ciudadanos de ese país se han lanzado a informar sobre el conflicto, mediante la creación de sitios web y la colocación de videos en la Internet.
A continuación se destacan otras tendencias que sobresalieron del análisis del CPJ:
- A dos semanas de concluido el año, el saldo de muertes de periodistas en 2012 ya es el tercer mayor resultado jamás registrado por el CPJ. Junto con las 74 muertes de periodistas registradas en 2009, el CPJ documentó 70 muertes en 2007, un año que estuvo marcado por el elevado número de víctimas fatales en Iraq.
- Los conflictos, la política y los derechos humanos fueron las tres coberturas informativas más comunes entre las víctimas de 2012.
- Aproximadamente el 35 % de los periodistas caídos en ejercicio de la profesión en 2012 eran camarógrafos o fotógrafos, una proporción considerablemente mayor que el 20 % que han representado en el total de muertes de comunicadores de las últimas dos décadas. Alrededor de dos tercios de los periodistas muertos en Siria portaban una cámara.
- En México, donde la violencia provocada por el crimen organizado ha supuesto peligros extraordinarios para la prensa, el CPJ confirmó que un periodista –el independiente Adrián Silva Moreno— fue muerto por su labor periodística en 2012. No obstante, el CPJ continúa indagando el motivo en otros cinco casos de periodistas muertos durante el año. La falta de una investigación adecuada por parte de las autoridades mexicanas en muchos casos, hace que para el CPJ sea extremadamente difícil determinar el motivo.
- El CPJ confirmó que un periodista fue asesinado por el ejercicio de la profesión en Filipinas, la menor cifra desde 2007. En Rusia un periodista fue muerto: Kazbek Gekkiyev, presentador de noticias de un canal de TV afiliado a la red de radio y TV estatal VGTRK, fue baleado en la ciudad de Nalchik, en el Cáucaso norte. Ambos países recibieron una mala evaluación en el Índice de Impunidad del CPJ, que se enfoca en los países donde los periodistas son asesinados con frecuencia y sus asesinatos quedan impunes.
- Además de los 28 casos de periodistas caídos en ejercicio de la profesión en Siria, el CPJ ha documentado los casos de otros cuatro periodistas que fueron muertos en circunstancias no esclarecidas. El CPJ también investiga las muertes de varias personas descritas por organizaciones locales como periodistas ciudadanos, según informes de prensa. En estos casos, aparte de la identidad de los muertos, pocos detalles fueron revelados.
- Excluyendo Siria, las muertes de periodistas disminuyeron en el Medio Oriente y el Norte de África. Otras dos muertes vinculadas a la profesión fueron conocidas en otros países de la región. En Bahrein, el videógrafo independiente Ahmed Ismail Hassan fue baleado después de filmar una protesta en apoyo a las reformas. En Egipto, el reportero de periódico Al-Hosseiny Abou Deif murió después de haber recibido una bala de goma disparada por un sujeto a quien testigos identifican como un simpatizante de los Hermanos Musulmanes.
- Por primera vez desde 2003, el CPJ no confirmó ninguna muerte vinculada con la labor periodística en Iraq. Un total de 151 periodistas han muerto en ejercicio de la profesión en Iraq, la mayoría entre 2003 y 2008. El CPJ aún investiga los casos de tres periodistas iraquíes muertos en 2012, con el propósito de determinar si su trabajo pudo haber sido un factor.
- Tanzania registró su primer caso de muerte de periodista en ejercicio de la profesión desde que el CPJ comenzó a recopilar datos detallados sobre estos casos en 1992. Daudi Mwangosi, reportero del canal de TV privado Channel Ten y presidente de un club de prensa local, fue muerto durante una confrontación con la policía a raíz del arresto de otro periodista.
- El CPJ documentó las muertes de un periodista encarcelado y de un reportero arrestado. El bloguero iraní Sattar Beheshti, crítico del régimen, murió cuatro días después de ser arrestado bajo acusaciones de “actuar contra la seguridad nacional”. Otros presos afirmaron que lo torturaron mientras estaba detenido en la prisión de Evin. En Colombia, el reportero independiente Guillermo Quiroz Delgado murió tras ser hospitalizado por heridas sufridas cuando fue arrestado por la policía mientras cubría una protesta.
- Otros países donde el CPJ documentó casos de periodistas caídos en el ejercicio de la profesión fueron Nigeria, India, Ecuador, Tailandia, Bangladesh, Indonesia y Camboya.
El CPJ comenzó a recopilar datos detallados sobre todas las muertes de periodistas en 1992. El personal del CPJ de manera independiente investiga y verifica las circunstancias de cada muerte. El CPJ considera que un caso está vinculado al ejercicio de la profesión únicamente cuando su personal tiene certeza razonable de que un periodista fue muerto en represalia directa por su labor periodística; en un fuego cruzado relacionado con el combate; o cuando realiza una cobertura en un entorno hostil.
Si el motivo en una muerte no está claro, pero existe la posibilidad de que un periodista murió en relación con su labor periodística, el CPJ clasifica el caso como “pendiente de confirmación” y continúa sus investigaciones. La lista del CPJ no incluye los casos de aquellos periodistas que murieron a causa de una enfermedad –como por ejemplo el corresponsal del New York Times Anthony Shadid, quien al parecer sufrió un ataque de asma mientras abandonaba Siria clandestinamente– o que murieron en accidentes automovilísticos o de aviación, a menos que el accidente haya sido causado por actos hostiles. Otras organizaciones de prensa que emplean un criterio diferente mencionan una cifra de muertes más elevada que el CPJ.
La lista de casos del CPJ sobre los periodistas muertos por su labor en 2012 comprende la ficha del caso y análisis estadístico. El CPJ también ha recopilado los casos de todos los periodistas muertos desde 1992. La lista definitiva de casos de periodistas muertos en 2012 será divulgada a principios de enero de 2013.
Este informe fue elaborado por el personal del CPJ y fue complementado con el trabajo reporteril de Sumit Galhotra, ganador de la beca Steiger del CPJ, y de Tom Rhodes, consultor del CPJ para África Oriental.