Nueva York, 14 de agosto del 2007—El reportero mexicano Sinhué Samaniego Osoria habló con el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) hoy y detalló los abusos sufridos por él y otros tres reporteros mexicanos durante su detención por soldados mexicanos la semana pasada en el estado norteño de Coahuila. El CPJ instó a las autoridades mexicanas a investigar la conducta de los soldados involucrados en el arresto.
Durante una entrevista con el CPJ esta mañana, Samaniego, reportero de la fuente policíaca para el diario Zócalo de Monclova, indicó que fue detenido, golpeado e interrogado agresivamente en la noche del 7 de agosto junto con sus colegas Manolo Acosta de Zócalo, Jesús Meza Gonzáles del diario La Voz de Coahuila y Alberto Rodríguez Reyes de la estación local de televisión Canal 4.
Samaniego y Acosta cubrían un accidente de tránsito a las 10:20 p.m. cuando supieron que un convoy militar operaba en Monclova, el periodista señaló al CPJ. Los reporteros decidieron buscar el convoy que presuntamente llevaba a cabo una operación antinarcóticos. Según Samaniego, por el camino encontraron a Meza y Rodríguez, quienes también buscaban la operación militar. Los cuatro viajaban en tres vehículos separados, cada uno identificado con los logotipos de sus respectivos medios, indicó el periodista.
Cuando vieron que el convoy entraba al cuartel local, los reporteros decidieron suspender su búsqueda, explicó Samaniego. Sin embargo, a unas cuadras del cuartel, una camioneta pick-up blanca los alcanzó y les cerró el paso. El periodista describió cómo individuos armados los obligaron a bajar uno por uno de sus vehículos para exigirles que subieran a la parte trasera de la camioneta. Según Samaniego, los individuos, quienes no llevaban uniformes completos del ejército, no se identificaron en ningún momento.
Se les ordenó acostarse boca abajo mientras fueron conducidos a diferentes partes de la ciudad. En distintos momentos, individuos no identificados les vendaron los ojos y les ataron las manos antes de dejarlos bajar de la camioneta. Samaniego contó cómo los golpearon repetidamente en la cara, el torso y el estómago. Ninguno resultó herido de gravedad.
Los soldados interrogaron a los periodistas varias veces, preguntándoles qué hacían, dónde trabajaban y dónde vivían. Samaniego comentó al CPJ que los cuatro llevaban chalecos marcados “Prensa de Coahuila” aunque no llevaban credenciales de prensa.
Después de un par de horas, los soldados indicaron a los reporteros que serían liberados. Sin embargo, momentos más tarde, Acosta y Rodríguez fueron interrogados acerca de su supuesta posesión de un arma de fuego y de drogas. Ambos negaron las acusaciones, según su colega. Samaniego explicó al CPJ que ninguno de los reporteros vio las drogas ni el arma durante la interrogación.
El 8 de agosto a las 2 p.m., el ejército mexicano entregó los reporteros formalmente a la delegación en Coahuila de la Procuraduría General de la República (PGR), informó la prensa local. El ejército presentó cargos contra a los periodistas por posesión de un arma de fuego y delitos de salud, ambos crímenes federales, especificó Samaniego.
Samaniego señaló al CPJ que ni él ni sus colegas llevaban armas ni drogas la noche en que fueron arrestados. “Sería completamente ilógico ir a un operativo militar cargando con ese tipo de cosas”, añadió. Según el reportero, no hay evidencia forense que pruebe que las drogas o el arma estuvieron en su posesión.
“Estamos enfurecidos por los detalles que Sinhué Samaniego Osoria nos entregó sobre los abusos a los cuales él y los otros tres reporteros fueron sometidos mientras estaban detenidos por el ejército mexicano”, declaró el Director Ejecutivo del CPJ, Joel Simon. “Las autoridades mexicanas deben llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre este incidente”.
Los cuatro reporteros fueron liberados bajo fianza en la tarde del 10 de agosto, su abogado, Luis Humberto Rdoríguez Sáenz, narró al CPJ. Según la oficina del Fiscal Especial para Crímenes Contra Periodistas radicada en Ciudad de México, los cargos contra los periodistas siguen pendientes.
Las autoridades mexicanas explicaron al CPJ que los soldados creyeron que los periodistas hacían parte del grupo paramilitar Los Zetas, quien aparentemente emplea a personas para monitorear los movimientos militares.
El tráfico de drogas y el crimen organizado han convertido a México en uno de los lugares más peligrosos para periodistas en América Latina, indican las investigaciones del CPJ. Desde que la guerra entre poderosos carteles de la droga se intensificó hace dos años, decenas de reporteros mexicanos han sido silenciados porque las autoridades no han sido capaces de proporcionarles la más mínima protección.