Por Jan-Albert Hootsen/Corresponsal del CPJ en México
Una leve sonrisa aparece en el rostro de Okke Ornstein al recordar lo que sucedió el verano pasado, cuando atravesó Europa junto con un grupo de refugiados con el fin de documentar el viaje para una radioemisora holandesa.
“Cuando finalmente llegamos a Alemania, la policía me mantuvo separado y me interrogó. Pensaron que yo era un traficante de personas. Fue necesario realizar llamadas telefónicas durante una hora al estudio de radio de Hilversum para convencerlos de que yo era periodista”, refirió. “Son las situaciones donde espero problemas. O como cuando yo estaba cubriendo la guerra de Siria o cuando abordé un avión con todo tipo de cosas raras en Beirut. Pero no aquí”.
Ornstein, quien fue arrestado en el aeropuerto de Panamá el 15 de noviembre, deberá cumplir una pena de 20 meses de cárcel por el delito de difamación. Un empresario canadiense, Monte Friesner, entabló la querella contra él en 2012, por causa de artículos que Ornstein había publicado sobre él en su sitio web, Bananama Republic.
En un inicio el periodista enfrentaba una pena de hasta 38 meses en prisión debido a una pena de 18 meses de cárcel que le habían dictado en un proceso aparte por difamación. Esa sentencia fue conmutada por una multa de USD 3,500 el 30 de noviembre, según el abogado panameño de Ornstein, Manuel Succari, la cual ya se ha pagado. Cuando me reuní con Succari en Ciudad de Panamá a principios de diciembre, el abogado expresó que está tratando de que las autoridades conmuten o reduzcan la pena de 20 meses.
Ornstein se encuentra actualmente en la prisión Renacer, a una media hora en auto de la capital. Se trata de una prisión de baja seguridad que encierra a varios reclusos conocidos, como Manuel Noriega y un ex magistrado de la Corte Suprema. Cuando visité al periodista holandés el 3 de diciembre, se veía relajado y afirmó que le iba “mejor de lo que él había pensado”.
“Las circunstancias aquí en realidad no son tan malas. Dentro del contexto panameño, esta es una de las mejores prisiones y yo estoy en uno de los mejores edificios”, expresó. El bajo pabellón de celdas donde está preso se puede ver desde el área de visitas de la prisión. “Es como una especie de hostal muy barato que debió haber sido cerrado hace 10 años, pero que de alguna manera sigue funcionando. Y por supuesto que no tienes libertad para ir adonde quieras y no hay mucho que hacer aquí. Está prohibido tener celulares y no hay acceso a la Internet”, señaló.
Durante las últimas pocas semanas, el caso de Ornstein ha captado atención internacional, particularmente en los Países Bajos, donde el respetado periodista posee una larga trayectoria en la producción de reportajes en profundidad para NPO, el sistema de radio y televisión públicas del país. Su encierro motivó al CPJ y a otras organizaciones, entre ellas la Asociación Holandesa de Periodistas, a criticar las disposiciones penales sobre la difamación de Panamá.
El delito de difamación en Panamá se sanciona penalmente con multas y penas de cárcel de hasta 18 meses. En virtud de esas disposiciones, Panamá posee la triste distinción de estar entre los apenas tres países de las Américas que figuran en la lista de casos de periodistas presos del CPJ para 2016.
Panamá ha despenalizado parcialmente la difamación, inclusive mediante una enmienda constitucional que les impide a los funcionarios públicos imponerles multas o dictarles penas de cárcel a las personas que consideran los hayan insultado, según un estudio comparativo de las disposiciones penales sobre la difamación en las Américas, elaborado para el CPJ por el estudio de abogados Debevoise & Plimpton en colaboración con la Fundación Thomson Reuters. Una reforma del código penal aprobada en mayo de 2007 hizo que la difamación de funcionarios públicos dejara de ser un acto objeto de sanciones penales.
Pero las reformas no les ofrecen protección a periodistas como Ornstein.
El periodista declaró que es víctima de un sistema judicial lento y disfuncional, razón por la cual él pudo moverse libremente por años luego de ser condenado. Ornstein afirmó que nunca le informaron debidamente de las sentencias y que apenas estaba vagamente consciente de los pasos que podía dar para apelar los fallos.
“Ellos tampoco me facilitaron nunca un intérprete. Yo no iba a dar ninguna declaración en español, porque hablo el español de la calle, pero seguir un proceso judicial en español es algo completamente diferente y no me siento cómodo haciéndolo”, declaró. “Pero desde el principio siempre se negaron a facilitar ninguna clase de intérprete, siquiera en inglés”.
La Fiscalía panameña no respondió a las solicitudes del CPJ para que declarara al respecto.
El ministerio de Relaciones Exteriores señaló, en declaración efectuada el 1 de diciembre, que estaba trabajando con funcionarios de la embajada holandesa en Panamá en torno al caso de Ornstein. El ministerio agregó que Panamá había actualizado sus disposiciones penales sobre la difamación y tenía el compromiso de respetar la libertad de expresión y los derechos humanos.
Los esfuerzos de Panamá por reformar las disposiciones sobre la difamación fueron ratificados por Manuel Domínguez, el portavoz presidencial, durante un encuentro sostenido con Carlos Lauría, el coordinador del programa de las Américas del CPJ. Domínguez declaró que el Gobierno estaba haciendo todo lo que estaba en sus facultades para ayudar en el caso de Ornstein.
Para Ornstein, estar preso en Panamá representa un extraño giro de los acontecimientos. El periodista llegó a Panamá en 2000 para entrevistar a un narcotraficante holandés preso y decidió quedarse, motivado por el deseo de presenciar los cambios a raíz de que el país obtuviera el control del Canal de Panamá en 1999.
“Hay algunos pocos de estos lugares que verdaderamente se convierten en internacionales, como el sur de Francia, Tokio y quizás Ciudad de México”, declaró Ornstein. “Panamá podía haberse convertido en eso”.
Ornstein pasa largos períodos en Panamá, donde tiene una hija de 13 años y, antes de ser encarcelado, frecuentemente viajaba al extranjero a cubrir acontecimientos importantes como la guerra de Siria y la crisis de los refugiados en Europa. “Ese es mi verdadero trabajo, hacer reportajes radiales a fondo sobre estas cuestiones”, declaró.
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