El número de periodistas encarcelados alrededor del mundo estableció otro récord en 2022. En un año marcado por el conflicto y la represión, los líderes autoritarios redoblaron su criminalización de los reportajes independientes, imponiendo cada vez más crueldad para reprimir las voces disidentes y minar la libertad de prensa.
Publicado el 14 de diciembre de 2022
Por Arlene Getz/Directora Editorial del CPJ
INFRACTORES PEORES | LA REPRESIÓN REGIONAL | METODOLOGÍA DEL CENSO
Ha sido otro año que bate récords, en cuanto al número de periodistas encarcelados por practicar su profesión. El censo anual del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), halló que 363 periodistas fueron privados de su libertad para el 1 de diciembre de 2022 – un nuevo pico mundial que supera el récord del año pasado en un 20%, y marca otra hito nefasto en un paisaje mediático degenerado.
Los peores países carceleros son Irán, China, Birmania, Turquía y Bielorrusia, respectivamente. Un impulsor clave de los esfuerzos cada vez más opresivos de los gobiernos autoritarios de suprimir los medios: intentar contener el descontento creciente en un mundo trastornado por la COVID-19 y por los efectos secundarios económicos de la guerra rusa en Ucrania.
En Irán, docenas de periodistas son entre los aproximados 14.000 iraníes arrestados durante la medidas severas implementadas contra las manifestaciones desencadenadas por la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años arrestada por supuestamente haber violado la ley iraní sobre el hiyab. Desde septiembre, las manifestaciones se han extendido a todo el país, con manifestantes ampliando sus demandas de derechos de la mujer a llamados para huelgas y el derrocamiento de los líderes de Irán. Las autoridades han encarcelado a un número récord de periodistas mujeres – 22 de las 49 personas detenidas desde el comienzo de las manifestaciones son mujeres – una muestra del papel protagónico que ellas han desempeñado en su cobertura de este levantamiento liderado por mujeres.
En China, las autoridades endurecieron la censura en línea durante las recientes manifestaciones sobre las políticas de cero COVID, y varios periodistas presuntamente han sido brevemente detenidos mientras cubrían las manifestaciones.
Los datos del CPJ además destacan otro tema: la represión en curso de las minorías.
En Irán, los kurdos se han llevado la peor parte de las represalias por parte del Gobierno iraní contra las manifestaciones, y por lo menos nueve periodistas kurdos se encuentran entre aquellos que han sido encarcelados. En Turquía, las autoridades arrestaron a 25 periodistas kurdos que trabajaban en la Agencia de Noticias Mezopotamya, o en el medio de comunicación JINNEWS completamente compuesto de mujeres, o en las empresas de producción que generaban contenido usado por los medios de comunicación kurdos en Europa. En Iraq, los tres periodistas que figuran en el censo del año presente se encuentran encarcelados en el Kurdistán iraquí. Y en China, muchos periodistas presos son de la etnia uigur de Xinjiang, donde Pekín ha sido acusado de crímenes de lesa humanidad por sus detenciones masivas y represión severa de los grupos étnicos de la región, en su mayoría comunidades musulmanas.
Encarcelar a periodistas es solamente una de las maneras que líderes autoritarios emplean para intentar sofocar la libertad de prensa. Alrededor del mundo, los Gobiernos además están perfeccionando tácticas como las leyes sobre “noticias falsas”, utilizando la difamación penal y la legislación vagamente escrita para criminalizar el periodismo, ignorando el estado de derecho y abusando del sistema judicial y además explotando la tecnología para espiar a los periodistas y en sus familias.
En diversos países desde Rusia a Nicaragua hasta Afganistán, los medios de comunicación independientes han sido vaciados a medida que los periodistas huyen al exilio, o se autocensuran tras ser intimidados. Y si bien las estrategias represivas difieren entre los países, los casos documentados en el censo del CPJ comparten un hilo común de la crueldad y venganza oficial.
Algunos, como China y Arabia Saudita, tienen un récord de mantenerles a los periodistas detenidos, aún tras terminar sus sentencias. Otros llevan a cabo actos de brutalidad al azar. En Vietnam, por ejemplo, la periodista Pham Doan Trang, quien está cumpliendo una sentencia de nueve años por distribuir propaganda contra el Estado, fue trasladada de Hanoi a una prisión remota, a más de 900 millas de su familia – una táctica común para prevenir las visitas regulares a la cárcel.
En Bielorrusia, las corresponsal de Belsat TV Katsiaryna Andreyeva, una de las docenas de periodistas detenidos por haber documentado las manifestaciones a nivel nacional contra el presidente Aleksandr Lukashenko, estaba a punto de finalizar su condena de dos años, cuando una corte la sentenció a ocho años adicionales, bajo el cargo de “revelar secretos de Estado”.
En Turquía, donde la Corte Constitucional ordenó un nuevo juicio para Hatice Duman – quien ya había cumplido 20 años de una cadena perpetua – la periodista le dijo a una corte en Estambul este mes que los funcionarios de la prisión habían confiscado sus documentos y notas legales varias semanas antes del juicio, así violando su derecho de preparar su defensa. (Previamente, Duman le había dicho al CPJ en una entrevista que sus pertenencias personales, como su escritorio, libros, diario y hasta hojas de papel en blanco además fueron confiscados en el allanamiento.)
Otros hallazgos clave:
INFRACTORES PEORES
#1: IRÁN
Las medidas fuertes implementadas por el gobierno irani contra las manifestaciones masivas tras la muerte de Amini, dejaron por lo menos 62 periodistas en la cárcel para el 1 de diciembre. La suma habría sido aún mayor si unos 21 periodistas detenidos al comienzo de las manifestaciones no hubieran sido liberados bajo fianza antes de la fecha del censo.
El número de mujeres entre los detenidos no tiene precedentes. Cuando Irán encarceló a un entonces número récord de periodistas en los años después de las elecciones presidenciales impugnadas de 2009, alcanzando un punto máximo de 47 periodistas encarcelados en 2012, solo cuatro de dichos periodistas eran mujeres.
En cambio, 24 mujeres están enumeradas en el censo del año presente; 22 de ellas fueron arrestadas después del inicio de las manifestaciones.
Durante las detenciones de este año, las fuentes informaron al CPJ sobre un patrón de allanamientos antes del amanecer en los hogares de los periodistas, y que la policía estaba confiscando sus dispositivos y a veces golpeando a los periodistas que llevaban. A menudo, su cobertura desaparece también. Muchas de sus cuentas en las redes sociales – una plataforma clave en un país donde la mayoría de los medios de comunicación están controlados por el Estado – han desaparecido, ya sea cerradas por el Gobierno o borradas de forma preventiva por los mismos periodistas, quienes temen represalias por sus reportajes.
Los 62 tras las rejas representan el número más alto documentado por el CPJ en Irán a lo largo de los 30 años de su censo, fácilmente superando el previo récord de encarcelamiento tras la elección impugnada de ese país en 2009.
#2: CHINA
La censura hermética de los medios, y el miedo de expresarse en un país que realiza la vigilancia tan extensiva de su pueblo, dificulta de manera particular realizar investigaciones sobre el número exacto de periodistas dentro de la población encarcelada. Contra ese telón de fondo, la disminución leve del número de periodistas encarcelados en el país – de un total actualizado de 48 en 2021 a 43 en 2022 – no debe ser interpretado como ninguna atenuación de la intolerancia del país hacia los reportajes independientes.
Los periodistas uigures continúan constituyendo un porcentaje importante de las personas que cumplen sentencias severas por cargos nebulosos. Omerjan Hasan, por ejemplo, está cumpliendo una sentencia de 15 años por haber publicado una historia extraoficial de la región de Xinjiang. Ilham Weli, Juret Haji, Mentimin Obul y Mirkamil Ablimit han estado detenidos desde 2018, bajo la acusación de ser ‘doble cara’ – un término utilizado con frecuencia por los funcionarios chinos para describir aquellos quienes las autoridades consideran que apoyan abiertamente a la política gubernamental, mientras secretamente se openen. Al editor Memetjan Abliz Boriyar, también detenido desde 2018, lo acusaron de aprobar la publicación de libros que solamente después de eso fueron prohibidos por las autoridades chinas. Otra tendencia alarmante: un grupo de estudiantes que trabajaban para Ilham Tohti, el fundador de la página de noticias de Xinjiang Uighurbiz ahora cumpliendo una cadena perpetua, son entre los que se cree que han cumplido sus sentencias – y luego trasladado a los así llamados “campos de reeducación” en vez de ser liberados.
En Hong Kong, los medios de comunicación independientes han sido silenciados tras el enfoque concentrado punitivo en aquellas personas como el emprendedor mediático en pro de la democracia Jimmy Lai. El trato de Lai, encarcelado desde diciembre de 2020, se considera un ejemplo emblemático de la indiferencia creciente por parte de las autoridades ante el debido proceso y el arreglo de “un país, dos sistemas” que garantiza la independencia judicial de Hong Kong de China. Lai, quien cuenta con ciudadanía inglesa, permanece en una prisión de máxima seguridad, aún después de haber cumplido una sentencia de 20 meses bajo varios cargos. El 10 de diciembre, mientras esperaba el comienzo de otro juicio que podría generar una cadena perpetua bajo una ley de seguridad nacional draconiana, fue sentenciado a cinco años y nueve meses bajo cargos de fraude – mientras su preparación legal para el juicio de seguridad fue dificultado por la resistencia activa de las autoridades de Hong Kong al fallo en noviembre de la corte más alta de la ciudad que él podía estar representado por un abogado inglés.
#3: BIRMANIA
Birmania fue catapultada a las clasificaciones del censo del CPJ, como el segundo peor encarcelador de periodistas en 2021, cuando un golpe de Estado militar en febrero destituyó al Gobierno electo del país, y tomó medidas contra la cobertura del nuevo régimen. Según el grupo de derechos humanos Assistance Association for Political Prisoners [Asociación de Asistencia para Presos Políticos], esa represalia generó pérdidas a nivel nacional de más de 2.500 muertos y más de 16.000 detenidos con cargos políticos.
El número de periodistas de Birmania que se sabía que estaban encarcelados el 1 de diciembre ascendió a por lo menos 42 – un aumento de los 30 del año pasado – mientras el régimen redobló sus esfuerzos para callar a los periodistas y perturbar los pocos medios de comunicación independientes que permanecían en el país. Muchas organizaciones mediáticas están reacios a identificar los miembros detenidos de su personal y trabajadores autónomos, para evitar las sentencias más severas que a menudo se asignan a los periodistas.
Casi la mitad de las personas detenidas fueron sentenciadas en 2022, la mayoría de ellas bajo una disposición anti-Estado que ampliamente penaliza a la “incitación” y las “noticias falsas”. En otro caso en noviembre, Myo San Soe fue condenado a 15 años en la cárcel bajo cargos de terrorismo por haber contactado miembros de las Fuerzas de Defensa del Pueblo, una serie de grupos insurgentes luchando contra el régimen.
#4: TURQUÍA
El número de periodistas detenidos en Turquía, ascendió de 18 en 2021 a 40 en 2022, tras las detenciones de 25 periodistas kurdos en la segunda mitad del año. Los abogados de los periodistas le informaron al CPJ que todos fueron encarcelados bajo sospecha de terrorismo – un resultado de los continuos esfuerzos del país para silenciar aquellas personas que se asocian con el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) ilegal.
Si bien el aumento de las cifras este año ha dejado a menos periodistas en la cárcel que había tras el fallido intento de golpe de estado en 2016, los medios independientes turcos continúan diezmados por los cierres oficiales, las tomas del poder y la obligación de veintenas de periodistas a exiliarse o dejar la profesión.
Mucha gente ahora teme que los últimos arrestos podrían señalar un ataque renovado contra la libertad de prensa, antes de las elecciones del año entrante, especialmente dada la ratificación en octubre por parte del parlamento turqués de una controvertida ley de medios que ordena condenas para aquellas personas vistas como propagadoras de desinformación.
#5: BIELORRUSIA
Bielorrusia mantenía a 26 periodistas bajo custodia el 1 de diciembre – un aumento de los 19 detenidos del año pasado. Casi la mitad de ellos todavía no han sido sentenciados; dos están cumpliendo sentencias de 10 años o más. Todos los cargos conocidos son o de represalias o anti-estatales, como la traición.
Las detenciones se han llevado a cabo contra el telón de fondo de la ansia de venganza en curso de Lukashenko, contra aquellas personas que cubren las secuelas de su elección impugnada de 2020. Entre las personas que continúan detenidas se encuentra Raman Pratasevich, el periodista cuyo arresto causó un clamor mundial, cuando las autoridades de Bielorrusia desviaron un vuelo comercial que iba rumbo a Lituania para arrestarlo.
LA REPRESIÓN REGIONAL
ASIA
La represión de los medios en China, Birmania y Vietnam, convierte a Asia en el continente con el número más elevado de periodistas encarcelados – un total de 119.
Vietnam, con 21 de esos detenidos, muestra poca tolerancia para el periodismo independiente, emitiendo sentencias severas para aquellos condenados por delitos anti-Estado. En octubre, condenó a Le Manh Ha a ocho años de prisión, seguidos por cinco años de arresto domiciliario; en agosto sentenció al bloguero Le Anh Hung a cinco años de prisión, por haber “abusado de las libertades democráticas, con miras a violar los intereses del Estado, de organizaciones y de individuales”.
Entre los detenidos se encuentra Pham Doan Trang, una ganadora del Premio Internacional de la Libertad de Prensa del CPJ en 2022. Trang está cumpliendo una sentencia de nueve años de prisión, bajo una ley que prohíbe la creación o difusión de noticias contra el Estado.
India, con siete periodistas en la cárcel, continúa suscitando críticas por su tratamiento de los medios, en particular el uso de la Ley de Seguridad Pública de Jammu y Cachemira, una ley de detención preventiva, para mantener encarcelados a Aasif Sultan, Fahad Shah y Sajad Gul después de haber sido otorgados fianzas por designación de la corte en distintos casos.
Afganistán, con tres periodistas encarcelados, aparece en el censo del CPJ por primera vez en 12 años. Centenares de periodistas afganos huyeron del país después de que los talibanes retomaran el control del país en agosto de 2021; los que se quedaron a veces se enfrentan a presiones violentas para conformar a su ideología fundamentalista.
ÁFRICA SUBSAHARIANA
Los números de periodistas presos pintan una imagen engañosa de la libertad de prensa regional en África Subsahariana. Eritrea sigue siendo el peor carcelero de periodistas de la región, clasificado en noveno lugar a nivel mundial. Los 16 periodistas en sus celdas han estado detenidos sin juicio y sin acceso ni a sus familias ni a sus abogados por periodos que van desde 17 a 22 años.
Camerún ha aparecido en el censo de periodistas encarcelados cada año desde 2014. Es el segundo peor carcelero de la región, con cinco detenidos arbitrariamente bajo un sistema judicial opaco, que incluye el uso de tribunales militares para enjuiciar a los periodistas, quienes son civiles bajo el derecho internacional.
Etiopía, clasificado el año pasado en un cercano segundo lugar después de Eritrea como el peor carcelero de periodistas de la región, tenía solo un periodista encarcelado al momento del censo actual. (Dicho periodista, Natnael Gecho, fue liberado bajo fianza después de la fecha del 1 de diciembre del censo.) Sin embargo, las autoridades han detenido de manera intermitente a más de 60 periodistas – la mayoría por periodos prolongados sin cargos formales – desde el comienzo de la guerra civil etíope en noviembre de 2020. Las batallas en terreno, están acompañadas por la información errónea, la desinformación y una guerra de narrativas en los medios sociales. Por lo menos cinco periodistas se encuentran detenidos en la ciudad de Mekelle controlada por los insurgentes Tigray. No figuran en el censo del CPJ, debido a que sus encarceladores son actores no estatales; sin embargo, son un indicador revelador de las condiciones peligrosas para los periodistas que intentan cubrir el conflicto.
En Ruanda, tres de los cuatro periodistas tras las rejas publican su trabajo en YouTube – una de las pocas plataformas que quedan en el país, mientras el espacio para el discurso disidente se cierra dentro de los medios tradicionales. Por lo menos dos de esos YouTubers, Aimable Karasira y Dieudonne Niyonsenga (también conocido como Hassan Cyuma), presuntamente han sido sometidos a la tortura y al maltrato.
LATINOAMÉRICA
El número relativamente bajo de periodistas encarcelados – dos en Nicaragua, uno en Cuba y uno en Guatemala – contradice el continuo declive de la libertad de prensa en la región. El año 2022 fue especialmente mortal para los periodistas en México y Haití, y varios países aprobaron legislación que introdujo nuevas opciones para la criminalización de la expresión y del reportaje.
En Guatemala, el caso de alto perfil de la detención de José Rubén Zamora envía un mensaje escalofriante a los periodistas, especialmente a los periodistas de investigación e independientes, antes de las elecciones del próximo año, y en medio de las medidas severas en curso contra fiscales, jueces y periodistas quienes previamente habían revelado casos de corrupción. Zamora, el fundador y presidente de elPeriódico, enfrenta cargos de lavado de dinero, chantaje y tráfico de influencias – cargos vistos como represalias por los reportajes de elPeriódico sobre la presunta corrupción involucrando al presidente Alejandro Giammattei y a la fiscal general Consuelo Porras. ElPeriódico dejó de publicar en imprenta el 1 de diciembre, declarando que estaba obligado a hacerlo debido a “120 días de presión política y económica”.
En Nicaragua, los ataques, detenciones y amenazas de encarcelamiento han obligado a casi todos los periodistas independientes a exiliarse o dejar sus trabajos; una situación semejante ocurre en Cuba.
ORIENTE MEDIO Y EL NORTE DE ÁFRICA
Egipto y Arabia Saudita se mantienen entre los peores carceleros de periodistas del mundo, con 21 y 11 prisioneros, respectivamente.
Si bien Egipto, bajo la presión de EE.UU. y del Parlamento Europeo por su historial en materia de derechos humanos, incluyó a algunos periodistas en liberaciones de prisioneros más amplias durante el año, continuó deteniendo a otros – entre ellos el editor Ahmed Fayez por haber publicado en Facebook que las autoridades penitenciarias están alimentando a la fuerza al periodista Alaa Abdelfattah, para mantenerlo vivo durante su huelga de hambre prolongada.
Aunque hubo una leve disminución de los números del año pasado, cuando Egipto tenía 25 detenidos y Arabia Saudita 14, los medios continúan bajo presión y, en el caso de Arabia Saudita, continúan enfrentándose al espantoso efecto intimidatorio del asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
En Qatar, mientras ningún periodista fue encarcelado por realizar su trabajo durante el censo del CPJ, la cobertura de la Copa Mundial este año destacó la censura del país y sus leyes mediáticas estrictas.
EUROPA Y ASIA CENTRAL
Las nuevas leyes restrictivas rusas para controlar la narrativa de su guerra en Ucrania, incluso una prohibición contra nombrar al conflicto como una guerra, han vaciado los pocos medios independientes que quedan en el país. Decenas de periodistas rusos evitaron la cárcel huyendo al exilio. De los 19 que se sabe que se encuentran bajo custodia rusa, varios deben cumplir sentencias de hasta 10 años, bajo cargos de diseminar “noticias falsas”.
Tayikistán detuvo seis periodistas, así convirtiéndose en el más grande carcelero de Asia Central. Los presos, quienes fueron arrestados despues de una ola brutal de represion del gobierno en la región de Gorno-Badakhshan, fueron enjuiciados detrás de puertas cerradas en centros de detención, no cortes, y sentenciados a condenas largas de prisión, entre alegatos de tortura.
Georgia, un país conocido hasta recientemente por sus prácticas democráticas, aparece en el censo del CPJ por primera vez, con el periodista televisivo Nika Gvarasmia, comenzando en mayo de 2022 a cumplir una sentencia en la cárcel.
Arlene Getz es la directora editorial del Comité para la Protección de Periodistas. Actualmente radicada en la ciudad de Nueva York, ella se ha desempeñado en África, Europa, Asia y el Medio Oriente como corresponsal extranjera, editora y ejecutiva editorial de Newsweek. Antes de unirse al CPJ, pasó nueve años en Reuters, donde se desempeñó como editora encargada de la sección mundial de Comentarios de dicho servicio.
METODOLOGÍA DEL CENSO
La relación de periodistas presos solamente incluye a los periodistas encarcelados por las autoridades gubernamentales y excluye a los que han desaparecido o permanecen en cautiverio en poder de actores no estatales. Tales casos se clasifican como “desaparecidos” o “secuestrados”.
El CPJ define como periodistas a las personas que cubren las noticias o comentan sobre asuntos del interés público en cualquier medio de comunicación, incluso la imprenta, la fotografía, la radio, la televisión y medios digitales. En sus estadísticas anuales sobre periodistas presos, el CPJ solamente incluye a los periodistas que, según ha corroborado, han sido encarcelados debido a su labor informativa
La relación de casos del CPJ refleja el total de periodistas encarcelados a las 12:01 a.m. el 1 de diciembre de 2022. No incluye a los numerosos periodistas que han sido encarcelados y liberados a lo largo del año; los datos sobre estos casos se pueden consultar en http://cpj-preprod.go-vip.net. Los periodistas permanecen en la relación de casos del CPJ hasta que la organización determina con razonable certeza que han sido liberados o han fallecido en cautiverio.
Reportajes para el censo realizados por: Beh Lih Yi, Anna Brakha, Shawn Crispin, Doja Daoud, Sonali Dhawan, Assane Diagne, Jan-Albert Hootsen, Iris Hsu, Kunal Majumder, Sherif Mansour, Scott Mayemba, Attila Mong, Muthoki Mumo, Renata Neder, Özgür Ögret, Evelyn Okakwu, Angela Quintal, Waliullah Rahmani, Yeganeh Rezaian, Justin Shilad, Jonathan Rozen, Gulnoza Said, Natalie Southwick y Dánae Vílchez
Edición realizada por: Arlene Getz, Jennifer Dunham, Naomi Zeveloff, Erik Crouch, Sarah Spicer, Madeline Earp, Suzannah Gonzales y Tom Barkley