Por Jan-Albert Hootsen, representante del CPJ en México
Cuando la periodista María Guadalupe Lourdes Maldonado López fue asesinada a disparos en su auto frente a su vivienda, en la ciudad de Tijuana, el domingo 23 de enero, los periodistas mexicanos convocaron a la acción en chats de grupo y en las redes sociales: había llegado la hora de protestar.
La muerte de Maldonado fue el tercer asesinato de un periodista en menos de un mes, luego del asesinato a puñaladas del periodista José Luis Gamboa Arenas en Veracruz el 10 de enero y el asesinato a tiros del fotoperiodista de Tijuana Alfonso Margarito Martínez Esquivel el 17 de enero. Un cuarto periodista, Jaime Vargas, está ingresado en un hospital del oriental estado de Yucatán, pues unos sujetos entraron a la fuerza a su vivienda y lo apuñalaron cuando dormía junto a su esposa, según informaciones de la prensa local.
El martes, periodistas de casi 40 ciudades de todo el país, inclusive ciudades donde protestar podría provocar la ira de los grupos de la delincuencia organizada, se lanzaron a las calles para intentar poner fin a los asesinatos. Los periodistas reclamaron al Gobierno mexicano, que ofrece mecanismos de protección para periodistas en los ámbitos estatal y federal, que se esforzara más por garantizar la seguridad de los periodistas amenazados. (Varios periodistas participantes en tales programas de protección, como Maldonado, han sido asesinados).
El CPJ asistió a un acto en Ciudad de México, donde una multitud de varios cientos de periodistas, defensores de los derechos humanos y otras personas se congregaron frente a la Secretaría de Gobernación. Los manifestantes portaron fotos de periodistas asesinados, encendieron velas y proyectaron las fotos de los comunicadores caídos en las paredes del gigantesco edificio.
“Creo que es un nuevo despertar para los periodistas mexicanos”, declaró al CPJ María Idalia Gómez, editora en jefe del portal digital y semanario Eje Central. “Cuando mataron a Margarito, sentimos rabia y frustración, pero no hubo una respuesta inmediata. Cuando mataron a Lourdes, sin embargo, ya fue demasiado”.
“Es difícil poner en palabras lo que han hecho las muertes”, expresó por vía telefónica Vicente Calderón, editor del portal de noticias Tijuana Press, tras asistir a la marcha de Tijuana. Calderón conocía a Martínez y a Maldonado. “Pudiera pensarse que, como periodistas que salimos todos los días a cubrir la delincuencia y la violencia en esta ciudad, tendríamos algún tipo de inmunidad, pero aunque nos hemos acostumbrado [a la violencia], aun así ha sido una semana terrible y de mucha introspección”.
Calderón señaló que las protestas, celebradas en el Paseo de los Héroes de Tijuana, eran una forma importante de enfrentar la impunidad. “A veces parece inútil, porque lo hacemos a cada rato y la violencia continúa, pero es un paso necesario. Una de mis primeras experiencias como periodista fue protestar por el asesinato de Héctor Félix Miranda en 1988. Creo que nuestras protestas en última instancia presionaron a las autoridades a detener a varios sospechosos”. (En 1991, dos sujetos fueron condenados a penas de 25 y 27 años de cárcel, respectivamente, por el asesinato).
En Cancún, en la costa caribeña mexicana, un pequeño grupo de periodistas se citaron frente al Palacio Municipal, el mismo lugar donde agentes policiales habían utilizado municiones reales para dispersar a una multitud el 9 de noviembre de 2020, con un saldo de, como mínimo, dos periodistas heridos. Alejandro Castro, reportero de El Heraldo de México, Novedades Quintana Roo, Aristegui Noticias y Agence France-Press, ayudó a organizar la protesta. Castro portaba un cartel con el mensaje “No olvidamos que aquí es donde nos dispararon”.
“Pienso que este puede ser un momento histórico en la lucha colectiva por condiciones de trabajo mejores, más seguras y dignas”, comentó Castro por aplicación de mensajería. “Los actos también fueron encabezados por jóvenes periodistas, lo que para mí significa un cambio generacional”.
“No recuerdo un momento como este, cuando los periodistas hayan salido a protestar tan masivamente, ni siquiera en los días siguientes al asesinato [en 2017] de Miroslava Breach y Javier Valdez”, declaró Verónica Espinosa, corresponsal del semanario de noticias Proceso en el central estado de Guanajuato, donde el periodista Israel Vázquez fue asesinado a tiros en noviembre de 2020. “Esto es una bola de nieve, todo se acumula: la inseguridad, la falta de justicia. Es una señal de que nada ha cambiado, a pesar de lo que el presidente, las autoridades, han dicho”.
En Cuernavaca, al sur de Ciudad de México, Estrella Pedroza, periodista freelance que publica sus artículos en medios locales y nacionales y una de las organizadoras de la protesta local, declaró al CPJ por aplicación de mensajería que las mujeres periodistas están particularmente en riesgo. “Lo que a mí en particular me da miedo es cómo le dispararon a una compañera, casi frente a su casa”, expresó refiriéndose a Maldonado. “Si el periodismo es trabajo peligroso, es doblemente peligroso para las mujeres. Enfrentamos distintos tipos de violencia, amenazas e intimidaciones que nuestros compañeros”.
“Me gustaría pensar que este es un acontecimiento histórico, un momento histórico, pero no estoy segura de que llevará a cambios fundamentales”, agregó Pedroza. “Pero creo que aun así es histórico, porque más personas salieron a protestas, más ciudades se sumaron, a pesar de la pandemia”.