Por Ana Cristina Núñez, investigadora sénior del Programa de Centroamérica y Sudamérica del CPJ
“No estoy libre, pero por lo menos fuera de los calabozos”, declaró al CPJ Camila Acosta por aplicación de mensajería luego de ser liberada con una medida de arresto domiciliario el 16 de julio, cuatro días después de ser detenida por dar cobertura a las recientes protestas en Cuba.
Acosta, quien está radicada en La Habana, cubrió las protestas del 11 de julio para el medio digital independiente cubano Cubanet en Facebook Live y para el diario español ABC. Al día siguiente, ella fue detenida por agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y trasladada a la Cuarta Unidad de la PNR, en La Habana. Las autoridades han detenido a, como mínimo, otros 10 periodistas en los días posteriores a las protestas, y por lo menos uno de ellos sigue encarcelado, según lo ha confirmado el CPJ con fuentes en el terreno.
Las manifestaciones, que exigían libertad y el fin del Gobierno comunista de la isla, así como mejoras económicas en el marco de la pandemia de la COVID-19, estallaron en Cuba el 11 de julio, primero en la ciudad de San Antonio de los Baños y luego se esparcieron por varias regiones del país.
En las protestas, que los medios de prensa han calificado de las mayores ocurridas en Cuba en varias décadas, los manifestantes gritaron “Patria y vida”, el título de un subversivo tema de hip-hop cubano que se convirtió en el himno del levantamiento popular en Cuba y es una respuesta a la consigna comunista del régimen cubano “Patria o muerte”.
La represión contra la prensa no se hizo esperar: las autoridades detuvieron a periodistas, impidieron que reporteros salieran de sus casas e interrumpieron el servicio de Internet y el acceso a las plataformas de redes sociales, como lo ha documentado el CPJ.
Acosta, quien sigue bajo investigación por el delito de desorden público, conversó con el CPJ sobre su cobertura de las protestas y las consecuencias que ha afrontado. Sus respuestas han sido editadas para hacerlas más concisas y facilitar su comprensión.
El CPJ envió un correo electrónico a la PNR, el Ministerio del Interior y a ETECSA, la empresa estatal de telecomunicaciones de Cuba, para obtener declaraciones, pero no recibió respuesta.
¿Qué viste el 11 de julio cuando comenzaron las protestas? ¿Sobre qué pudiste informar?
Ese día, fui a la Habana Vieja para informar sobre lo que estaba pasando, y grabé todo con mi celular, y los videos se publicaron en la página de Cubanet. Llegué al Instituto Cubano de Radio y Televisión [afuera del cual las personas protestaban] y vi que las autoridades ya estaban deteniendo a la gente. Seguí caminando, llegué hasta el Capitolio y vi grandes concentraciones de personas. Cubrí las protestas frente al Capitolio y frente a la embajada española. Entrevisté a los que se manifestaban, que gritaban “Patria y vida”, y a algunos que gritaban “Patria o muerte”. Lo que vi fue una protesta pacífica. Decidí retirarme cuando vi que las autoridades se estaban poniendo más violentas con los manifestantes.
¿Qué sucedió después de que cubriste las protestas?
Al día siguiente, el 12 de julio, yo había salido de la casa con mi papá para acompañarlo a una gestión y cuando caminábamos agentes de la Policía Nacional Revolucionaria en un carro patrullero pararon y me arrestaron. Lo único que dijeron fue: “Camila Acosta, estás detenida”. No hubo orden judicial, ninguna explicación. Nada. Me hicieron entrar al carro y me llevaron al centro de detención.
Horas después, ese mismo día, agentes de la Seguridad del Estado fueron al apartamento donde vivía, que era alquilado, y allanaron el lugar y confiscaron todos mis implementos de trabajo. Se llevaron mi laptop, varias memorias, un trípode, un celular, todo.
¿Qué ocurrió durante tu detención?
Pasé cuatro días detenida, primero en la Cuarta Unidad de la PNR, y luego fui trasladada a la Décima Unidad de la PNR y me sometieron a varios interrogatorios largos con diferentes agentes de la Seguridad del Estado. Tuve dos interrogatorios al día. Me hicieron todo tipo de preguntas, inclusive algunas sobre mi trabajo como periodista. Querían saber para quién trabajaba, y cuánto ganaba y cómo me pagaban. Me negué a contestar estas preguntas. Los interrogatorios siempre están orientados a hacerte dejar de informar. Es una forma de manipulación. Preguntaron por qué no me había ido de Cuba.
También hicieron preguntas de carácter personal o íntimo, otras sobre mis convicciones políticas, inclusive lo que pensaba de las protestas y por qué pensaba que Cuba era una dictadura.
Aunque al principio me dijeron que no estaba acusada de nada, durante el interrogatorio me dijeron que me investigaban por desorden público. Sin embargo, le habían dicho a mi padre que me estaban investigando por delitos contra la seguridad del Estado.
¿Cuáles fueron las condiciones de tu detención?
No me permitieron hacer una llamada telefónica, ni tener acceso a un abogado ni a un familiar. Me negué a comer y sólo tomé agua por las primeras 48 horas, y después acepté comida porque quería estar consciente de lo que estaba sucediendo. Al principio, estaba sola en una celda, y dormí sobre el cemento porque el colchón que me dieron estaba asqueroso. Después me trasladaron a otra celda, y compartí la celda con otras cinco mujeres, una celda con mucho hacinamiento, sin ventilación ni luz natural. Hacía un calor extremo. Estábamos casi medio desnudas en la celda por el calor, y sentíamos que nos sofocábamos. Ellos traían y sacaban a la gente, sin ninguna medida de seguridad por el COVID, y me quejé.
Teníamos que usar el baño y ducharnos sin ninguna privacidad, frente a las demás detenidas. Era tremendamente asqueroso.
La mayoría de las demás detenidas estaban ahí bajo sospecha de haber participado en las protestas.
¿Cómo y cuándo te liberaron y te pusieron en arresto domiciliario?
Me liberaron del centro de detención el viernes 16 de julio. El día anterior, agentes de la Seguridad del Estado habían tratado de hacerme firmar un acuerdo para pagar una multa para que me soltaran, y me negué. Al día siguiente, dijeron que me habían impuesto una medida de reclusión domiciliaria, y también me negué a firmar esa orden. Me soltaron [con reclusión domiciliaria] cerca de las 10:00 a. m. Nunca me devolvieron el teléfono.
Dijeron que todavía estaba en investigación por desorden público, lo que podría demorarse seis meses, y que mis pertenencias seguirían confiscadas. Agregaron que podían solicitar una extensión a la Fiscalía si para entonces no habían terminado la investigación, lo que significa que no me devolverán las pertenencias.
¿Cuál es tu situación actual?
Estoy bajo reclusión domiciliaria, y bajo vigilancia. Hay por lo menos seis o siete agentes afuera vigilándome, algunos a pie y otros en un carro patrullero. No puedo salir de mi domicilio. Me estoy quedando con un amigo, porque me desalojaron después de que los agentes allanaron el apartamento que alquilaba.
No me entregaron ningún documento que explicara mi situación legal, pero el agente que me dijo que me mandaban a reclusión domiciliaria dijo que me dejarían salir si necesito comprar comida.
También dijeron que podía contratar a un abogado, pero cuando pedí una copia de mi expediente o por lo menos el número de expediente, me dijeron: “Todavía no tienes expediente”. Y yo pregunté: “¿Cómo no tengo expediente si ustedes dicen que estoy bajo investigación?”, pero no respondieron.
¿Qué pasa ahora con tu trabajo como periodista?
Fui muy clara con ellos. Les dije: “Seguiré yendo a las calles y haciendo periodismo”, y creo que por eso estoy bajo vigilancia de la Seguridad del Estado.
No puedo informar en las calles porque no puedo salir.
Alguien me prestó un teléfono celular y he podido comunicarme con varias fuentes que me dicen cómo está la situación en diferentes lados, cuál es la situación de los que aún están detenidos. Espero poder encontrar una laptop pronto para seguir trabajando. Ese es el trabajo de la prensa. Tengo un compromiso.
La Internet está muy lenta. Hace falta usar un VPN [red privada virtual] porque no hay acceso directo. Pero no puedo llamar a las personas por allí, porque ellos van a rastrear la llamada y los voy a meter en problemas por hablar conmigo y las autoridades entonces bloquean esa línea.
Además, como me quitaron el teléfono, perdí todos mis contactos.
De acuerdo con lo que has podido reportar, ¿por qué están protestando los cubanos?
Protestan como resultado de toda la frustración de muchas décadas. Esto es algo inédito en el país. Ese día [11 de julio] Cuba hizo un giro radical hacia el cambio, aunque ya había estado en el proceso de cambio por un tiempo. Aunque las autoridades han tratado de reprimir y silenciar por medio del miedo, esto no va a terminar aquí. Hay madres que no saben dónde están sus familiares; están desaparecidos. Esto no va a parar.
¿Por qué crees que las autoridades cubanas los detuvieron a ti y a otros periodistas?
Porque estábamos informando. La Policía ya me había advertido antes que me mandarían a la cárcel si seguía informando. No soy yo solamente. Más de 40 periodistas fueron agredidos de una manera o de otra ese día.
Tenemos acceso a información y acceso a fuentes. Esas fuentes piden el anonimato, pero podemos transmitir la información. Y gracias a las redes sociales podemos compartir la información y permanecer conectados.
¿Por qué quieres seguir trabajando como periodista?
Es lo que estudié y esa es mi formación. Este es mi trabajo. No voy a callarme porque este régimen esté reprimiéndome y amenazándome. Callarnos o bajar la cabeza no es una opción. La prensa independiente necesita seguir denunciando. Todas esas personas detenidas cuyos nombres todavía se desconocen dependen de nosotros para que se cuenten sus historias y para ser sus voces, y contarle al mundo lo que está sucediendo en Cuba. Uno de mis colegas de Cubanet, Orelvis Cabrera, quien fue arrestado el mismo día, sigue detenido.
Lo que nos ayudará a liberar al resto de los periodistas detenidos y hostigados es hacer que nuestra situación sea visible. Esa es la única protección que tenemos frente a tanto abuso del régimen cubano.
Nota del editor: Este texto se ha actualizado en el noveno párrafo para corregir el nombre de la zona a la que Acosta fue el 11 de julio para informar.