Por Jan-Albert Hootsen, representante del CPJ en México
Aunque la cifra de casos confirmados y de fallecidos en México todavía es relativamente baja, el país se prepara para un aumento exponencial en los casos de infección y en la inevitable presión que ejercerá sobre el sistema de salud del país, según informaciones de la prensa local.
Reporteros y editores mexicanos consultados por el CPJ declararon que están sumamente preocupados por la pandemia. Recientemente, decenas de periodistas del norteño estado de Coahuila solicitaron al Gobierno estatal que les hiciera pruebas luego de cubrir una protesta de personal médico en una clínica donde se había detectado un brote del COVID-19, según versiones periodísticas.
El CPJ habló con cuatro periodistas por vía telefónica la semana pasada sobre los riesgos de cubrir el COVID-19 en México, las medidas que ellos y sus medios de prensa están tomando para protegerse, y los desafíos que enfrentan en una panorama mediático ya de por sí difícil. Se ha editado sus respuestas para facilitar su comprensión y por motivos de espacio.
Sergio Rodríguez, reportero de plantel, diario El Siglo de Torreón (Monclova, estado de Coahuila)
Es difícil para los periodistas de mi zona cubrir el COVID-19. En Monclova, donde trabajo como corresponsal para mi periódico, es poco lo que podemos hacer para protegernos. Los Gobiernos federal y estatal no han tomado ninguna medida para hacer nuestro trabajo más seguro.
El Gobierno municipal repartió algunos cubrebocas, al igual que mi periódico, pero son para un solo uso, por lo cual no otorgan mucha protección. Nuestra ciudad está prácticamente en confinamiento, por lo cual no hay muchos eventos ni encuentros que cubrir. Dicho esto, todavía tengo que salir para reportear y sacar fotos. Si voy a un hospital, mi periódico recomienda que me aleje a varios metros de las personas.
El riesgo aquí es real. Hace unas semanas, hubo un brote del COVID-19 en un hospital federal de Monclova. El personal médico organizó dos protestas; dijeron que el Instituto Mexicano del Seguro Social, que administra el hospital, no les había proporcionado suficiente equipo de protección personal.
Resulta que varios de los manifestantes dieron positivo en la prueba del COVID-19. Tuvimos que mezclarnos con los doctores y las enfermeras para entrevistarlos y tomar fotos. Después, algunos de los periodistas presentaron síntomas similares a los del COVID-19, por lo cual la semana pasada le pedimos al Gobierno estatal que nos sometiera a pruebas, casi 50 periodistas en total. Afortunadamente, hasta donde sé, ninguno de nosotros ha dado positivo en la prueba.
Tengo que tomar mis propias precauciones. Vivo con mi esposa y mis dos hijos, y mi hija tiene un bebé. Cuando llego a la casa, inmediatamente limpio todos mis equipos, mi ropa va directamente a la lavadora, y me ducho. Eso no es algo que el Gobierno recomienda, es algo que siento que tengo que hacer.
Adela Navarro Bello, directora de la revista Zeta (Tijuana, estado de Baja California)
Tijuana tiene uno de los peores brotes del COVID-19 en el país. El 15 de abril, teníamos 370 casos confirmados y como mínimo 30 fallecidos. Hemos sido lo más cuidadosos posible con nuestros propios reporteros, porque estamos muy preocupados por su salud.
Desde la tercera semana de marzo, casi todos nuestros periodistas están trabajando desde la casa. Solamente dos días por semana, por ocho horas, hay un pequeño equipo de editores en la oficina. Ellos aplican el distanciamiento social en su lugar de trabajo. Les hemos entregado a nuestros reporteros guantes, mascarillas faciales y gel antibacteriano cuando tienen que salir a la calle a reportear, solamente muy pocos de ellos a la vez.
Creo que el aspecto más difícil para nosotros es la falta de transparencia, el hecho de que las autoridades son herméticas y solamente nos dan información cuando quieren, y entonces lo menos que les conviene. El ambiente se ha vuelto hostil; el Gobierno estatal dice que no confía en nosotros, que los medios no están diciendo la verdad.
Hay una cuestión con las cifras. Zeta informó que había habido como mínimo 240 casos de lo que los hospitales llaman ‘neumonía atípica’, los cuales no se ha informado oficialmente que están relacionados con el COVID-19. Ya informamos sobre eso a principios de abril. Los hospitales están en un estado deplorable; los servicios médicos son muy deficientes.
Hemos estado en contacto con doctores del Instituto Mexicano del Seguro Social federal, que administra la mayoría de los hospitales federales aquí. El IMSS no es completamente transparente. Es difícil obtener acceso a lo que está sucediendo dentro y conseguir información correcta mediante canales oficiales, por lo que dependemos de lo que nuestras fuentes en el sistema de salud nos están diciendo.
Creo que esta falta de transparencia es muy peligrosa. Los ciudadanos aquí necesitan saber cuán mala es la situación, y simplemente no estamos recibiendo suficiente información de parte de las autoridades. Están poniendo a todos, ciudadanos y periodistas, en riesgo.
Tamara Mares, periodista freelance (Querétaro, estado de Querétaro)
Todavía no me he graduado de la universidad y hace poco comencé a trabajar de reportera, por lo que mi experiencia es limitada. Dicho esto, creo que hay muchos ángulos del COVID-19 que todavía no se han cubierto. El gobernador ha dado positivo, pero ha habido un control muy estricto de la información desde entonces.
Uno de los mayores problemas que encuentro cuando reporteo aquí es que el Gobierno no me da mucho en cuanto a información detallada. Les solicité a las autoridades estatales que me entregaran la cifra de casos confirmados en cada municipalidad y se negaron a darme la información. Dijeron que querían evitar que se discriminara a las personas contagiadas en las comunidades más pequeñas.
No salgo a reportear mucho, y trato de trabajar utilizando la Internet lo más posible. Hay muchos reporteros que están muy expuestos aquí. No ganan mucho dinero y tienen muy poco en cuanto a Seguro Social o protección.
Como joven periodista, me preocupa mucho el futuro de la prensa mexicana. Saber que viene una grave crisis económica, incluso cuando los medios de prensa mexicanos ya estaban teniendo dificultades, es muy desalentador. Esto es una crisis que no se resolverá pronto. Va a ser muy difícil encontrar trabajo.
Alex Castro, reportero de plantel, Novedades Quintana Roo (Cancún, estado de Quintana Roo)
Honestamente, estoy más preocupado por las consecuencias económicas para el periodismo. Será mucho peor que la actual pandemia que enfrentamos ahora.
Aquí en Quintana Roo, muchos medios de prensa han recortado el salario de los periodistas, han dejado cesante a personal, o han dejado de publicar del todo. La economía de este estado depende casi completamente del turismo, y ya no están viniendo más turistas. Si no hay publicidad del sector privado, la mayoría de los medios terminan dependiendo completamente de la publicidad oficial.
Con todos estos recortes salariales, muchos de mis compañeros tienen dificultades para pagar las cuentas. Algunos solían ganar solamente USD 320 al mes, ahora tienen que hacer su trabajo con apenas la mitad de eso. Si las familias trabajan en el turismo, no hay más ingresos si pierden el trabajo.
Hasta donde sé, ninguno de los medios de aquí les ha entregado a sus reporteros ningún tipo de equipo de protección. Nosotros pagamos por nuestras propias mascarillas faciales, gel antibacteriano y otros artículos. Al menos el Gobierno ha estado relativamente consciente de los riesgos para los periodistas. Todas las conferencias de prensa y las actividades organizadas por las autoridades estatales se han suspendido.
Ahora nos comunicamos mayormente con nuestras fuentes por WhatsApp y otras aplicaciones. Los riesgos todavía son considerables, porque la mayoría de los periodistas de Quintana Roo no tienen nada en cuanto a Seguro Social, y tienen que pagar sus gastos médicos ellos mismos. Muchas organizaciones de medios aquí no pagan por nada.