Por Lucy Westcott, titular de la beca James W. Foley
El año pasado, Stef Schrader se encontraba de vacaciones en Alemania cuando extraños mensajes de spam comenzaron a inundar su buzón de entrada. Al ver correos electrónicos provenientes de Macy’s —y alertas de empleos para la posición de “idiota principal”—, Schrader se dio cuenta de que alguien había suscrito el correo electrónico de trabajo de ella a decenas de listas de correo electrónico.
Schrader, una periodista freelance especializada en automovilismo y radicada en Austin, Texas, dijo que tenía cierta idea de quién era el responsable. Una persona que persistentemente subía comentarios había sido suspendida varias veces por hacer comentarios sexistas, racistas y homofóbicos en Jalopnik, el sitio web sobre autos y transporte para el que ella escribía en aquel momento. Para Schrader, la experiencia había sido “un poco atemorizante”.
Schrader nunca pudo probar quién era responsable del diluvio de correos electrónicos. Ella dijo que, aunque la empresa había sido atenta, no podía rastrear las direcciones IP de las personas que dejaban comentarios, lo cual quería decir que tampoco podía identificar el usuario.
Su experiencia demuestra la falta de control que los periodistas tienen sobre su vida digital, y el poder que puede esgrimir alguien que esté enojado o molesto por un artículo.
Schrader es una de 115 periodistas de sexo femenino y de género no conformista de Estados Unidos y Canadá que respondieron a una encuesta del CPJ sobre seguridad. Las periodistas describieron la existencia de una tensión entre tener que estar en las redes sociales por cuestiones de trabajo y tener que prepararse y protegerse del acoso digital, perjudicial y casi inevitable.
“Pese a que esta cuestión ha recibido mayor atención en los últimos años, sigo pensando que los directivos no están plenamente conscientes de los distintos grados de ataque que las mujeres enfrentan durante el trabajo y como reacción a éste”, respondió en la encuesta una reportera y editora digital que no dio su nombre. “Las mujeres cuyo trabajo es publicado en la Internet enfrentan consecuencias adversas, en forma de amenazas y acoso, por prácticamente cada artículo que publican”.
El 90 % de las periodistas estadounidenses y el 71 % de las canadienses se refirieron al acoso digital como la mayor amenaza que enfrentan los periodistas hoy día. Y el 50 % de las encuestadas manifestaron haber enfrentado amenazas digitales, pero apenas unas pocas de ellas habían recibido capacitación en seguridad digital.
Como respuesta a estos hallazgos, el CPJ ha actualizado sus notas de seguridad sobre la seguridad digital, entre ellas pautas específicas sobre cómo retirar la información personal de la Internet, cómo enfrentar el impacto sicológico del acoso sexual y guías para la autopreparación en seguridad digital que ofrecen mejores prácticas para protegerse en la Internet.
Un problema global
El acoso digital de las periodistas no es un problema exclusivo de Estados Unidos y Canadá. El CPJ ha documentado casos de amenazas y acoso en Sudáfrica, India, Brasil e Italia, dirigidos contra periodistas del sexo femenino que cubrían desde los deportes hasta la política. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) cataloga el acoso digital de las periodistas de amenaza seria, y observa que ellas enfrentan una “carga doble: ser atacadas como periodistas y como mujeres”.
Sin embargo, pese al reconocimiento casi universal de que se trata de un problema profundamente arraigado, se ha hecho poco aparte de medidas menores como emitir recomendaciones de eliminar los comentarios y bloquear o silenciar a los usuarios. Pareciera que nadie tiene una solución. Si bien es responsabilidad de una Redacción y sus empleados mantenerse seguros en la Internet, no hay mucho que puedan hacer si las plataformas de redes sociales no toman medidas para proteger a sus usuarios o para eliminar las cuentas autoras de las amenazas. Por otra parte, los periodistas freelance que carecen del apoyo estructural de una Redacción corren incluso mayor riesgo.
Los incidentes que se describen en detalle en las respuestas a la encuesta del CPJ representan, en muchos casos, una crónica de casos extremos. Una periodista digital y audiovisual radicada en Vancouver afirmó que había sido amenazada por bots luego de informar sobre mujeres sauditas. Una reportera y productora digital de Nueva York que no dio su nombre, comentó que ella había sido objeto de un “extraño intento de robo de identidad” en un foro de mensajes digital, en el cual un usuario se había hecho pasar por la reportera y había publicado una pregunta insensible y polémica. Su cuenta de Twitter pronto quedó inundada de abuso. “Lo informé inmediatamente a mi empresa, pero aparte de monitorear la situación, no había mucho que se pudiera hacer”, afirmó la periodista.
La encuesta halló que los temas como la política, el extremismo y la Internet desencadenan el peor abuso. Periodistas que informan sobre estos temas dijeron que sus fotos eran alteradas por programas de edición de imágenes y convertidas en imágenes pornográficas, o que recibían imágenes donde aparecían decapitadas. Amenazas de violación y asesinato dirigidas contra reporteras se han transmitido públicamente en podcasts y programas de radio. Las periodistas dijeron que no solamente ellas habían sido víctima de doxing, sino también sus familiares. Una reportera canadiense aseguró que los troles amenazaron con llamar a funcionarios del Servicio de Niños y Familias y que las autoridades se habían presentado para investigar las falsas acusaciones.
“Eso es algo tan común, pero que te aísla tanto”, señaló en la encuesta una periodista estadounidense que cubre la extrema derecha y el acoso digital.
Para Schrader, las secciones de comentarios de varios sitios web para los que ella ha escrito son el centro del acoso y el abuso. “Los comentarios que recibo pueden ser de carácter mucho más sexual que los comentarios que reciben los compañeros con que trabajo”, expresó. “Cuando las personas insultan a una mujer, siempre te dicen ‘eres una prostituta’ o ‘eres una ramera’. Es muchísimo más explícito”.
El nivel de odio en las secciones de comentarios ha motivado que muchos medios de comunicación como Reuters, NPR y The Atlantic las hayan cerrado. Un estudio del Center for Media Engagement, perteneciente al Colegio Moody de Comunicación de la Universidad de Texas en Austin, publicado en julio, analizó el daño mental experimentado por los moderadores de comentarios en los sitios web de noticias, y mostró que la confianza de los moderadores en sus respectivos sitios web declinaba como resultado de tener que revisar los comentarios.
Encontrar una solución
La facilidad de comunicarse con los periodistas por Internet y la importancia que se da a estar activo en las redes sociales incrementan la carga. “Con la campaña para que los periodistas estuvieran en las redes sociales y estuvieran ampliamente disponibles en la Internet, es fácil que los hombres (y todas las fuentes) tengan acceso rápidamente a una gran cantidad de datos sobre mí”, comentó en la encuesta una reportera radicada en Long Island, estado de Nueva York.
Lauren, una reportera comunitaria de Nueva Inglaterra, expresó al CPJ que estaba tan harta de que las fuentes se comunicaran con ella por las redes sociales para invitarla a salir — “aparte del acoso habitual mediante los comentarios de Facebook”—, que dejó de usar Facebook. Ella sostiene que recibía un abuso interminable en los comentarios a videos de Facebook Live, que le exigían hacer como parte de su trabajo, y se sintió aliviada cuando ya no tuvo que hacerlos.
“Me afectó hasta tal punto de que estaba dispuesta a cortar esa valiosa fuente de información comunitaria con tal de sentirme segura”, dijo Lauren, quien no menciona su apellido para proteger su privacidad. “Somos, como periodistas, figuras semipúblicas, y por ello depende de nosotros trazar una línea entre lo privado y lo público”.
En la encuesta, las periodistas dijeron que sus empresas y Redacciones podían hacer más por protegerlas y prepararlas para las amenazas digitales. Pero sus superiores no siempre saben cómo proteger en la Internet al personal que dirigen, y las periodistas ven que no se toman medidas concretas cuando se denuncia el abuso y el acoso ante las plataformas de redes sociales.
Un gerente de Seguridad de una organización internacional de noticias que solicitó el anonimato para poder hablar con libertad, declaró al CPJ que la brecha generacional entre el personal a cargo de la seguridad y periodistas que se mueven con facilidad en la Internet crea retos.
“Hablas con algunas personas que no saben cómo utilizar TweetDeck”, afirmó, refiriéndose a cómo los gerentes de Seguridad tienden a tener más edad. Hablando sobre los periodistas, el gerente observó: “Si eres un milenial de 23 años que nunca ha visto la necesidad de separar la vida personal de la privada, no podemos entrenarte contra eso”.
También persisten lagunas entre el grado de apoyo y protección que se otorga al personal de plantel y el que se otorga a los periodistas freelance, incluso dentro de la misma organización. Schrader, la periodista freelance de Texas, contó que los lectores anteriormente se habían comunicado con sus editores para quejarse, en un intento por hacer que la despidieran. “Eso es una de las cosas que causa más temor; no se quejaron conmigo, sino que fueron a la cadena principal de retroalimentación”, señaló Schrader. “A veces las personas quieren directamente que te despidan. Da miedo”.
La fórmula de bloquear y denunciar las cuentas responsables del acoso no siempre es suficiente. “Eso puede hacer que [los acosadores] se molesten más y el problema sólo empeora y el ciclo se repite”, manifestó en la encuesta Hayley Sperling, periodista digital de Wisconsin.
“Las empresas deben ofrecerles más herramientas a las mujeres y a todos los empleados para que se mantengan seguros a sí mismos y a sus datos digitales”, recomendó en la encuesta una periodista digital e impresa de Nueva York. Ella agregó que había recibido comentarios de acoso en Twitter e Instagram, así como ataques de phishing en los que personas se hacían pasar por su editor y jefe.
Una solución es la capacitación y mejores hábitos digitales. (Según la encuesta, el 94 % de los periodistas que no han recibido capacitación en seguridad digital quisieran recibirla). Herramientas como DeleteMe borran la información personal de la Internet y dificultan que esa información se utilice contra usted. Sin embargo, algunos de esos datos nunca desaparecerán.
Mediante el Portal de Asistencia a Socios (Partner Support Portal), Twitter tiene una forma de hacer que las Redacciones presenten denuncias con prioridad, un vocero de Twitter declaró al CPJ. Twitter les recomienda a los periodistas freelance y a los periodistas que no tienen una Redacción que denuncien los problemas mediante la aplicación y le avisen a la empresa si están en desacuerdo con una decisión.
Las periodistas que respondieron la encuesta tenían ideas claras sobre lo que les gustaría: una línea de comunicación directa con un equipo de seguridad digital en Twitter y otras plataformas de redes sociales. Las periodistas freelance quieren descuentos para poder acceder a servicios como DeleteMe. Las periodistas mencionaron la falta de herramientas a su disposición para protegerse del acoso digital, e inclusive del doxing y de las amenazas físicas contra ellas. Algunas, sobre todo, simplemente quieren que las amenazas digitales se tomen con seriedad.
- Para consultar información sobre cómo los periodistas se pueden proteger, visite el centro de recursos del Departamento de Respuesta ante Emergencias del CPJ.