Por John Otis, corresponsal del CPJ para la región andina
El vestíbulo de El Carabobeño tiene una vitrina con cámaras fotográficas antiguas, placas de grabado y guillotinas de la década de 1930, cuando el periódico se fundó en Valencia, la tercera mayor ciudad de Venezuela. Sin embargo, ahora se pudiera agregar la moderna rotativa de El Carabobeño a la exhibición.
Ante la escasez nacional de papel periódico, la cual los periodistas venezolanos atribuyen mayormente al cada vez más autoritario Gobierno del presidente Nicolás Maduro, El Carabobeño publicó su última edición impresa en febrero. Aunque continúa existiendo como una publicación digital, el periódico prácticamente ha perdido casi todos sus ingresos por publicidad, ha reducido el personal al mínimo y lucha por sobrevivir, declaró su jefa de Redacción, Carolina González.
“Estoy muy molesta por lo que ha sucedido”, expresó González en una entrevista realizada en el casi vacío edificio de tres pisos que aloja la sede de El Carabobeño. “Pero todavía estamos aquí”.
La drástica reducción de personal de El Carabobeño, que es uno de los pocos medios noticiosos independientes de Valencia que está dispuesto a criticar a los funcionarios de Gobierno, refleja la crisis de la prensa regional en toda Venezuela.
Debido a la escasez de papel periódico y la caída de la publicidad gubernamental y privada en medio de la peor crisis económica de la historia reciente de Venezuela, 24 periódicos han dejado de circular desde 2013, de ellos siete en el último año, de acuerdo con el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (IPYS), con sede en Caracas. Mariengracia Chirinos, analista del IPYS, declaró que 10 de los 24 periódicos habían cerrado completamente y 14 continuaban existiendo como publicaciones digitales.
Muchos de los sobrevivientes “han pasado de ser grandes operaciones editoriales a tener muy pequeños equipos de reporteros que en la actualidad ofrecen considerablemente menos noticias”, indicó Chirinos.
Inclusive los grandes periódicos de Caracas como El Universal y El Nacional con frecuencia publican ediciones de apenas 16 páginas. No obstante, la crisis es particularmente aguda en los estados del interior.
De los 24 periódicos que según el IPYS ya dejaron de circular, 20 eran de fuera de la capital, precisó Chirinos. Entre los medios desaparecidos se encuentran La Noticia de Barinas, en el central estado de Barinas; El Diario de Sucre, en el oriental estado de Sucre; y Diario Antorcha, en el estado de Anzoátegui, rico en yacimientos de petróleo.
Los medios de circulación nacional de Caracas con frecuencia dependían de estos medios y de sus equipos periodísticos para recibir información del interior de Venezuela, pero en la actualidad estas fuentes se están agotando, declaró Joseph Poliszuk, fundador y jefe de Redacción de Armando, un sitio web de periodismo investigativo con sede en la capital.
“Los medios noticiosos prácticamente están dejando de existir en el interior”, expresó Poliszuk. “Antes, podíamos llamar a estos periodistas para averiguar lo que estaba sucediendo. Pero muchos de ellos han abandonado el país o ya no están ejerciendo el periodismo”.
Las razones de la desaparición de la prensa regional son muchas, pero los editores y periodistas entrevistados por el CPJ sostienen que la escasez de papel periódico, que comenzó en 2012, fue el detonador de la crisis. Venezuela no produce papel periódico, el cual tiene que importarse de Estados Unidos y Canadá. Pero los estrictos controles cambiarios gubernamentales significan que a veces se interrumpen las importaciones.
González señaló que, cuando El Carabobeño adquirió a crédito una cantidad de papel periódico valorada en casi 1 millón de dólares a una empresa canadiense en 2013, el Gobierno se negó a venderle al El Carabobeño los dólares estadounidenses que necesitaba para pagar la transacción. El Carabobeño no pudo ni pagar su deuda ni comprarle más papel periódico a esa empresa.
Las entregas se dificultaron aun más en 2015, cuando el Gobierno centralizó las importaciones de papel periódico a través de una recién creada empresa estatal llamada Complejo Editorial Alfredo Maneiro. Sin embargo, numerosos ejecutivos de periódicos declararon al CPJ que la empresa o bien se había negado a venderles papel periódico o bien les había suministrado una cantidad mucho menor a la que necesitaban, sin dar ningún tipo de explicación.
Las llamadas del CPJ al Complejo Editorial Alfredo Maneiro y al ministerio de Comunicación e Información no se devolvieron.
Xabier Coscojuela, editor del combativo diario caraqueño Tal Cual, declaró al CPJ que el periódico había dejado de recibir papel periódico del Complejo Industrial Alfredo Maneiro el año pasado. En 2015, la publicación se transformó de diario en semanario, y luego desistió de tener una edición impresa y se convirtió en un medio exclusivamente digital en noviembre. Coscojuela manifestó que cree que el Gobierno de Maduro provocó la escasez en un intento de asfixiar a la prensa independiente.
La jefa de Redacción de El Carabobeño, González, aseveró que el periódico había pagado un precio por su cobertura periodística crítica.
El periódico con frecuencia publica denuncias sobre el despilfarro y la corrupción gubernamental, y sobre el empleo de programas sociales para presuntamente obligar a la gente a apoyar al gobernante partido socialista. En 2013, el periódico creó un escándalo al publicar fotos de un hospital público en la cercana ciudad de Maracay que presuntamente estaba tan desabastecido de equipos y materiales médicos que colocaba a los bebés recién nacidos en cajas de cartón en lugar de cunas. [Los funcionarios de Salud rechazaron la afirmación].
Aunque en un inicio el Complejo Editorial Alfredo Maneiro le vendió a El Carabobeño una pequeña cantidad de papel periódico, rápidamente interrumpió las entregas, según González. Las empresas estatales también han retirado avisos publicitarios, y varias empresas privadas que habían sido fieles compradoras de avisos, como la empresa de telecomunicaciones CANTV, dejaron de comprar espacios luego de que el Gobierno asumió el control de ellas, afirmó González.
En respuesta, El Carabobeño redujo su tamaño y pasó de publicar en formato tipo sábana a publicar en formato tabloide. El año pasado, el periódico se mudó a la Internet y comenzó a publicar una edición impresa semanal. Pero, luego de agotar sus últimas existencias de papel periódico en febrero, también suspendió la edición semanal.
Como parte de ese proceso, las cinco sedes regionales del periódico se cerraron y el personal se redujo de 60 reporteros y editores a 14. Debido a la hiperinflación y al desplome de la moneda venezolana, muchos de ellos ganan el equivalente de unos pocos dólares al mes. Uno de ellos, Ana Gómez, estudiante universitaria y editora a tiempo parcial, dice tener planes de mudarse a Argentina el próximo año.
“Algunos periodistas siguen con esperanza y quieren seguir trabajando en Venezuela, pero la mayoría de nosotros quiere irse del país”, declaró Gómez al CPJ.
González, por su parte, está decidida a quedarse, aun cuando ella resultó herida mientras cubría protestas antigubernamentales en julio. Según González, cuando ella regresaba a su apartamento, en Valencia, para protegerse del desorden, un efectivo de la Guardia Nacional disparó una granada lacrimógena en su dirección. La granada no alcanzó a González, pero destrozó una puerta de cristal y los fragmentos de cristal la hirieron en el ojo derecho y en el rostro. Luego de varias operaciones, su mejilla luce una cicatriz de una pulgada de largo y se le ha afectado la visión.
Pese a todo, declaró González, “No voy a dejar que esto me impida ir a la calle a reportear”.
[Informaciones recogidas desde Valencia, Venezuela]