Por lo menos 42 periodistas murieron en el cumplimiento de la profesión en 2017, lo cual representa el segundo declive consecutivo a partir de los niveles récord de principios de esta década. Una cifra inferior de periodistas murieron cubriendo los conflictos del Medio Oriente y la cantidad de periodistas asesinados en represalia por su labor informativa disminuyó, salvo en México. Un informe especial del CPJ elaborado por Elana Beiser
Publicado el 21 de diciembre de 2017
En 2017 la cifra de periodistas caídos en relación con el ejercicio de la profesión continuó disminuyendo a partir de niveles récord, ante la ausencia de nuevos conflictos militares y ante el descenso, por segundo año consecutivo, de la cantidad de periodistas asesinados en represalia por su labor informativa. La excepción fue México, donde el número de periodistas asesinados por su trabajo alcanzó un nivel histórico.
A escala mundial, por lo menos 42 periodistas murieron en el cumplimiento de la profesión entre el 1 de enero y el 15 de diciembre de 2017, según constató el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés). La cifra es comparable con los 48 casos de periodistas muertos en todo 2016. El CPJ investiga la muerte de otros 20 periodistas en 2017, pero hasta el momento no ha logrado confirmar si existe algún vínculo con el ejercicio periodístico en esos casos.
En los cuatro años previos a 2016, la cifra de muertes de periodistas osciló entre 61 y 74 al año, ya que la intensificación de conflictos en el Medio Oriente trajo como resultado muertes en el gremio periodístico. Los periodistas que cubren los latentes conflictos de la región continúan haciéndolo con grave riesgo. Iraq y Siria fueron los lugares más letales para los periodistas en 2017, pues como mínimo ocho y siete periodistas murieron en cada país, respectivamente. Más periodistas han caído en Iraq –como mínimo 186– que en ningún otro país desde que el CPJ comenzó a llevar estadísticas detalladas, en 1992.
Entre los periodistas que murieron en Iraq en 2017 se encontraba la presentadora de noticias de Rudaw TV Shifa Gardi, quien murió el 25 de febrero al estallar una bomba en la carretera en la zona occidental de Mosul. A ella se le había encargado investigar una fosa común donde miembros del Estado Islámico supuestamente habían enterrado a cientos de civiles.
Por primera vez en seis años, Siria no encabezó la lista de los países con la mayor cantidad de casos de periodistas muertos. Desde finales de 2011, cuando los disturbios civiles se transformaron en enfrentamientos, como mínimo 114 periodistas han muerto allí. El 12 de marzo, Mohamed Abazied, reportero audiovisual conocido como George Samara, había acabado de publicar un video en directo en Facebook sobre bombardeos aéreos en la ciudad de Daraa cuando un cohete lo mató. En el video, Abazied se detiene en un edificio abandonado y describe lo que dice ser el ruido de los aviones rusos y sirios que bombardean a civiles, cuando otra persona se aparece para advertirle que un avión de combate se acercaba para atacar. “Déjalos que sigan adelante”, responde. “La muerte es mejor que la humillación”.
Como mínimo dos periodistas han muerto este año mientras cubrían el conflicto de Yemen. Ambos murieron el 26 de mayo en la ciudad de Taiz cuando un proyectil alcanzó el edificio en el que se resguardaban del fuego cruzado.
Sin contar las zonas de conflicto, México fue el país con la mayor cifra de periodistas muertos. Por lo menos seis periodistas mexicanos fueron asesinados en represalia por su labor informativa, con lo cual México ocupó el tercer puesto mundial por la cantidad de periodistas muertos. Entre las víctimas se encontraba Javier Valdez Cárdenas, galardonado con el Premio Internacional de la Libertad de Prensa del CPJ en 2011, quien fue sacado a la fuerza de su auto y asesinado a tiros en la norteña ciudad de Culiacán, cerca de la sede editorial de Ríodoce, el semanario investigativo del cual había sido uno de los fundadores en 2003.
En México, decenas de periodistas han sido asesinados desde que el CPJ comenzó a llevar estadísticas sobre casos de periodistas muertos, pero es difícil determinar el motivo debido a la falta de investigaciones serias y el alto nivel de violencia y corrupción. A menudo se sospecha que los funcionarios locales están implicados en los casos. De los 95 periodistas muertos en México desde 1992, el CPJ ha determinado que la labor periodística fue el motivo en 43 de los casos. En la actualidad la organización investiga tres casos de asesinato en México en 2017 para determinar si las muertes estuvieron relacionadas con el trabajo periodístico.
A escala mundial, la cifra de periodistas objeto de asesinato selectivo en represalia por su trabajo ha disminuido en los dos últimos años: 17 casos al 15 de diciembre de 2017, en comparación con 18 en todo 2016. Según los datos del CPJ, históricamente dos tercios de los periodistas muertos han sido objeto de asesinato selectivo en represalia por su trabajo. La razón del reciente declive no está clara y pudiera deberse a una combinación de factores, entre ellos la autocensura, las iniciativas internacionales para concientizar sobre el combate a la impunidad, y el empleo de otros medios, como por ejemplo el encarcelamiento, para silenciar al periodismo crítico.
El declive en los asesinatos de periodistas en todo el mundo hizo que fuera más chocante el asesinato, en octubre, de Daphne Caruana Galizia, quien murió al explotar el auto que conducía en Malta por una bomba activada por control remoto, de acuerdo con los investigadores. La violencia contra la prensa es rara en Malta, país miembro de la Unión Europea. No obstante, Caruana Galizia, quien denunciaba la corrupción y vertía sus opiniones sobre la política en su popular blog, había sido objeto de amenazas de muerte y demandas por calumnia.
También en la Unión Europea, la periodista freelance sueca Kim Wall fue asesinada en agosto luego de abordar un submarino de fabricación casera para entrevistar a su propietario, Peter Madsen, en Copenhague, Dinamarca. Madsen ofreció versiones contradictorias de lo sucedido y se encuentra detenido por el delito de asesinato. La muerte de Wall resaltó el peligro que los periodistas freelance afrontan cuando realizan reportajes “no encargados”, es decir, con la expectativa de que un medio noticioso compre el trabajo y sin la estrecha supervisión de editores que vigilen su paradero y su seguridad. Un tercio de los periodistas muertos en todo el mundo en 2017 eran freelance.
Como mínimo cuatro trabajadores de medios fueron muertos en 2017. Los cuatro murieron durante un asalto contra el radiodifusor estatal afgano Radio Televisión Afganistán el 17 de mayo.
Otros hallazgos que se derivan de las investigaciones del CPJ:
- Ocho de los periodistas muertos este año, equivalente al 19 % del total, fueron mujeres. El promedio histórico es aproximadamente 7 %.
- Los grupos políticos, entre ellos las organizaciones de islamistas radicales, fueron responsables del 45 % de las muertes, en comparación con más de la mitad el año pasado.
- La política fue la fuente periodística más peligrosa, seguida de la cobertura de conflictos. Muchos periodistas cubren más de una fuente.
- El trabajo más peligroso fue el de camarógrafo.
- En concordancia con las tendencias históricas, nueve de cada 10 periodistas muertos eran periodistas locales.
El CPJ comenzó a recopilar datos detallados sobre todas las muertes de periodistas en 1992. El personal del CPJ de manera independiente investiga y verifica las circunstancias de cada muerte. El CPJ considera que un caso está vinculado con el ejercicio de la profesión únicamente cuando su personal tiene certeza razonable de que un periodista fue muerto en represalia directa por su labor periodística; fue muerto en un incidente de fuego cruzado relacionado con el combate; o fue muerto cuando realizaba una cobertura en un entorno hostil, como por ejemplo la cobertura de una protesta que se vuelve violenta.
Si los móviles de una muerte no están claros, pero existe la posibilidad de que un periodista haya muerto en relación con su labor periodística, el CPJ clasifica el caso como “pendiente de confirmación” y continúa las investigaciones.
La relación de casos del CPJ no incluye los casos de periodistas que murieron a causa de una enfermedad o en accidentes automovilísticos o aéreos, a menos que el accidente haya sido provocado por actos hostiles. Otras organizaciones de prensa que emplean un criterio diferente al del CPJ divulgan una cifra diferente de muertes.
La base de datos del CPJ sobre los periodistas muertos en 2017 comprende la ficha del caso de cada víctima y filtros para examinar tendencias que surgen de los datos. El CPJ también lleva una base de datos con los casos de todos los periodistas muertos desde 1992 y de aquéllos que han desaparecido o están encarcelados por su labor informativa.
Elana Beiser es directora editorial del Comité para la Protección de los Periodistas. Anteriormente se desempeñó como editora de Dow Jones Newswires y del diario The Wall Street Journal en Nueva York, Londres, Bruselas, Singapur y Hong Kong.