Nueva York, 16 de junio de 2016–El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) está alarmado por el asesinato del periodista texano Jacinto Hernández Torres, cuyo cadáver fue hallado el lunes por la noche en Garland, un suburbio al noreste del área metropolitana Dallas-Fort Worth. El periodista, quien usaba el nombre de Jay Torres, había sido colaborador freelance casi 20 años de La Estrella, la edición en idioma español del diario de Fort Worth Star-Telegram. También trabajaba en el sector inmobiliario.
“Exhortamos a las autoridades a investigar exhaustivamente el asesinato de Jay Torres, y si su trabajo periodístico fue el móvil de su muerte”, expresó Carlos Lauría, coordinador sénior del programa de las Américas del CPJ.
El martes, los investigadores declararon que Torres, de 57 años, había muerto de una herida de bala y que la policía trataba la muerte como un caso de homicidio, según un comunicado de prensa del Departamento de Policía de Garland. La policía afirmó que aparentemente Torres había sido asesinado varios días antes de que se hallara el cadáver.
Aline Torres, la hija del periodista, expresó que su padre había desaparecido desde el viernes. “Le mandé un mensaje de texto cerca de las 6 p.m. el viernes pero nunca me respondió”, ella contó a los periodistas en conferencia de prensa realizada el miércoles.
Torres cubría cuestiones sociales locales para La Estrella. Una búsqueda de sus artículos en el sitio web del periódico muestra que hace poco había escrito sobre las opiniones de los residentes sobre las elecciones mexicanas, una reunión local sobre los peligros del consumo de alcohol por parte de los menores, y el efecto de las leyes de identificación del votante de Estados Unidos.
Torres, quien vivía en Dallas, probablemente había visitado Garland para mirar propiedades en relación con su trabajo en el sector inmobiliario. Su socio empresarial encontró su cadáver en el patio trasero de una casa que estaba a la venta y abierta a potenciales compradores el viernes, según versiones periodísticas. La hija declaró al CPJ que el periodista estaba pensando en invertir en la casa para revenderla.
Aline Torres, quien vivía con su padre, expresó que creía que podía haber un vínculo entre el trabajo periodístico del padre y su muerte. En conferencia de prensa, ella declaró a periodistas que él trabajaba en un par de historias sensibles sobre la inmigración ilegal y la trata de personas.
Gibrán Torres, el hijo del periodista, expresó al CPJ que su padre había averiguado sobre la instalación de un sistema de seguridad en la casa en los meses antes de morir. Él recordó que su padre había mencionado que por una parte estaba investigando historias más riesgosas, y que por otra estaba preocupado por tener que lidiar con inquilinos enojados como parte de su negocio inmobiliario.
Un portavoz de la policía declaró al CPJ que la policía sigue muchas distintas pistas y que la investigación está en curso.
Torres nació en Monterrey, México, pero emigró a Estados Unidos en 1979. El periodista era miembro activo de la sección local de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (National Association of Hispanic Journalists).
Los asesinatos de periodistas en Estados Unidos son relativamente raros. Por lo menos siete periodistas han sido asesinados en ese país en relación directa con su labor informativa desde que el CPJ comenzó a documentar casos, en 1992. El CPJ informó en 1994 sobre varios casos de asesinato no resueltos de periodistas inmigrantes de Estados Unidos en las décadas de 1980 y 1990.