Crisis en África oriental
Cincuenta y siete periodistas abandonaron su país durante el último año, Somalia siendo el país con el número más alto de periodistas exiliados. Periodistas de Etiopía, Eritrea y Ruanda también se vieron obligados a huir–sobre todo hacía Kenia y Uganda. Los periodistas exiliados en África oriental deben luchar contra la pobreza y el miedo. Un informe especial por María Salazar-Ferro y Tom Rhodes
Publicado el 19 de junio de 2012
NUEVA YORK
Horriyo Abdulkadir, de 20 años de edad, trabajó mucho para convertirse en periodista. Una reportera dedicada y versátil, editó, produjo y presentó en la Radio local Galkayo, en la zona centro-norte de Somalia, mientras era corresponsal de la Radio Risaale de Mogadiscio. Cubrió el conflicto somalí, enfocándose en temas de género y asuntos humanitarios. En la tarde del 14 de septiembre de 2011, agresores desconocidos dispararon a Horriyo cinco veces cuando salía de su trabajo. “El ataque en sí no fue el momento más doloroso, ya que ocurrió rápido”, recordó, “sino que fue después: estaba aterrorizada”. Días más tarde, debido a que necesitaba atención médica especializada y temía más violencia, Horriyo partió hacia Nairobi.
Blog del CPJ
• Desplazada por amenazas,
la vida de antes da
espacio a una vida nueva
Desde junio del 2011, siete periodistas han abandonado Somalia, convirtiéndose en el país con el mayor número de periodistas forzados al exilio en este período de 12 meses y seguido de cerca por los conflictivos Siria y Pakistán. Otros tres países de África oriental –Etiopía, Eritrea y Ruanda– también figuran entre los primeros diez. De hecho, mientras la cantidad global de periodistas que se exilia se redujo a 57 casos de los 67 en el período previo, la proporción de exiliados en África oriental se mantuvo estable. Más de un cuarto de aquéllos que huyeron de sus hogares desde junio de 2011 a mayo de 2012 pertenecen a un país de África oriental.
La mayoría de periodistas exiliados, como Horriyo, afirmaron que la razón para huir fue temor a la violencia, aunque algunos escaparon después de haber sido atacados. (Sus temores son justificados: en Somalia por ejemplo, seis periodistas han sido asesinados en 2012 y ningún responsable de estos crímenes ha sido condenado desde 1992). Otros escaparon ante la amenaza de cárcel o ante el acoso judicial, común en países como Etiopía y Ruanda, de acuerdo con investigaciones del CPJ. Mientras que las razón para huir son variadas, los resultados son universales: los periodistas en exilio viven con miedo, en la pobreza y con incertidumbre, mientras que las condiciones de libre expresión se deterioran en los países que dejaron atrás.
Zerihun Tesfaye, de 29 años, reportero político del semanario crítico Addis Neger de Etiopía, se encuentra dentro de los 49 periodistas etíopes forzados al exilio durante los últimos 5 años. Tesfaye y el equipo completo del periódico abandonaron el país en diciembre de 2009 y cerraron la publicación. En julio de dicho año, una nueva ley anti-terrorismo criminalizó cualquier reportaje que “fomentara” o “diera soporte moral” a los grupos caracterizados como terroristas. Una publicación del gobierno acusó al Addis Neger de hacer falsas alegaciones en “contra del gobierno” y de tener vínculos con grupos de oposición prohibidos. “Cuando nos enteramos de que el gobierno estaba tratando de acusar a nuestros reporteros y editores utilizando la proclamación anti-terrorista, decidimos escapar”, expresó Zerihun. En 2011, 11 periodistas independientes fueron acusados según la ley, 6 de ellos en ausencia ya que están en el exilio.
En la vecina Eritrea, país líder en África en encarcelamiento de periodistas, 28 reporteros permanecen tras las rejas. Diez fueron arrestados durante una redada en 2001. En diciembre de ese año, Aaron Berhane y Semret Seyoum, del equipo del periódico bisemanal Setit, y un asistente fueron emboscados y recibieron varios disparos mientras trataban de cruzar hacia Sudán. “Yo creí que era el final de mi vida”, dijo Aaron. “Pero preferí morir a ser torturado y revelar mis fuentes, así que corrí”. Aaron logró cruzar a Sudán, luego a Kenia y posteriormente se dirigió a Canadá. Semret y el negociador fueron detenidos. Semret, fue liberado un año después y escapó a Suecia. No hay noticias sobre el asistente desde entonces.
En Sudán, Aaron estaba aterrorizado por rumores sobre la presencia de fuerzas de seguridad de Eritrea que, según se indicaba, secuestraban a refugiados. Otros periodistas exiliados, incluyendo iraníes en Iraq y Turquía, han expresado temores similares. El miedo también es un factor para los quiénes residen en Kenia y Uganda, los dos centros de exiliados de periodistas de África oriental: Kenia aloja 52 exiliados, Uganda 24, según registros del CPJ.
Chalres Kabonero, Richard Kayigamba y Didas Gasana, de Ruanda, escaparon en 2009 con destino a Kampala. En su país, trabajaban para el semanario independiente Umuseso. Los periodistas contaron que fueron amenazados desde el momento en que lanzaron el sitio web The Newsline en el verano de 2010. La policía local les advirtió que habían arrestado a individuos no identificados portando la foto de Karbonero y que como precaución deberían dejar de escribir. Semanas después, un funcionario de Ruanda le entregó a un diplomático europeo, quien los había acogido en una cena, detalles de las actividades de los periodistas. “En ese momento”, explicó Kabonero, “se hizo evidente que estábamos siendo perseguidos”. Los periodistas identificaron sus perseguidores: funcionarios de las fuerzas de seguridad de Ruanda que habían conocido en Kigali. Más adelante, en agosto de 2011, Kayigamba y Gasana encontraron varios hombres apostados fuera de sus viviendas. Uno de ellos indicó en lengua kinyarwanda: “Esas son las personas que estamos siguiendo”. Mientras corrían, uno de ellos alcanzó a asir a Kayigamba de la camisa, pero éste logró escapar.
En diciembre de 2011, el reportero ruandés Charles Ingabire fue asesinado en Kampala. Poco antes, el periodista había lanzado el Inyenyeri News, un sitio web crítico muy popular en Ruanda y Uganda. Su muerte, aún sin resolver, intensificó los temores entre los periodistas exiliados en Kampala y Nairobi.
Kabonero y sus colegas ampliaron sus protocolos de seguridad: vivir lejos de los ruandeses, salir de la casa solamente para necesidades básicas y nunca solos, reportarse asiduamente antes las autoridades de Uganda. “Vivimos una vida realmente terrible”, expresó Kabonero, “pero era la única vida que teníamos que vivir”. Un mes después del tiroteo en Ingabire, Kabonero y Gasana fueron reubicados en Suecia por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR, por sus siglas en inglés). Kayigamba, quien fuera alguna vez un soldado en el ejército de Ruanda, no reúne las condiciones de ser reubicado por el UNHCR. Afirma que vive con una sensación de miedo permanente.
Un proceso de refugio lleno de desafíos
En Nairobi, los periodistas son con frecuencia acosados por la policía local. Según lo que describieron al CPJ, los funcionarios los detienen casi de modo rutinario y les solicitan sobornos a cambio de no arrestarlos. “Ellos van directamente a tus bolsillos”, señaló Adbikafar Shire, quien escapó a Mogadiscio en 2005 después de repetidas amenazas. “A ellos no les importan tus documentos”.
Incluso así, los documentos son esenciales para los periodistas en el exilio, y son a menudo difíciles de obtener. Desde marzo de 2011, el registro de refugiados en Kenia es manejado por el Departamento de Asuntos de Refugiados del gobierno y por el UNHCR. (Anteriormente la tarea era manejada únicamente por el UNHCR). En Uganda, el proceso está en manos de la oficina del primer ministro. En ambos países, el proceso involucra una inscripción inicial, entrevistas y la emisión de documentos oficiales de refugiado, que les permiten acceder a servicios básicos como educación primaria y servicios de salud.
El proceso en Uganda puede tardar hasta tres meses, afirmó Sylvia Samanya, funcionario del despacho del primer ministro. En Kenia, el proceso puede tardar hasta un año y ocasiona mucha ansiedad. De acuerdo con el reportero etíope Zerihun, quien ha estado en Nairobi durante más de dos años, “esperar es lo más frustrante que ocurre durante el exilio”.
En al menos un caso, la prolongación del proceso tuvo ramificaciones fatales. El veterano periodista somalí, Hassan Mohamed visitó el UNHCR tan pronto como arribó a Nairobi en enero del 2011, pero se le indicó que regresara en 2012. Diabético y con otras complicaciones de salud, Hassan se enfermó gravemente en marzo de 2011, después de pasar meses sin medicamentos que no pudo obtener sin la documentación apropiada. Después de múltiples hospitalizaciones y una semana en coma, Hassan murió en marzo de 2012. Para ese entonces ya era un refugiado registrado, pero el costo que tuvo que pagar había sido demasiado alto. El UNHCR estima que en Nairobi existen casi igual número de refugiados registrados como no registrados.
Encontrar trabajo es igualmente crucial para los periodistas en el exilio. En Nairobi, los refugiados necesitan un permiso de trabajo emitido por el gobierno, que es costoso y difícil de obtener. “Muy pocos lo obtienen”, afirmó un oficial de del UNHCR en Nairobi, quien pidió no ser identificado de acuerdo con las normas del organismo. Los periodistas que hablaron con el CPJ señalaron que buscar otro tipo de trabajo es difícil debido a la xenofobia existente entre los pobladores. Unos pocos trabajan en medios locales o internacionales y muchos trabajan para sitios de internet independientes que no les pagan. Al contrario, los periodistas confiesan que a menudo tienen que confiar en la asistencia de grupos internacionales como el CPJ para cubrir sus necesidades básicas.
Todos estos retos se ven intensificados por la falta de información. Muchos periodistas afirmaron que no sabían nada acerca del proceso de refugiados o de la vida en el exilio antes de escapar. “No tuve tiempo de preguntar como era la vida en Nairobi. No era mi intención estar acá. Simplemente vine por salvar mi vida”, contó Zerihun. Los periodistas a menudo carecen de información acerca de los derechos de los refugiados y sobre las responsabilidades exactas del UNHCR y los gobiernos que los asilan. El funcionario del UNHCR expresó que a los refugiados registrados se les entrega un boletín escrito en los principales idiomas locales con dicha información y que el UNHCR realiza foros periódicos para clarificar preguntas. Mark Weinberg, coordinador regional de refugiados de la embajada de Estados Unidos en Nairobi, aceptó que la desinformación es un reto serio. “No importa cuántos esfuerzos se hagan para tratar comunicar el mensaje”, expresó, “me temo que la fábrica de rumores siempre triunfa”.
El oficial del UNHCR afirmó que queda mucho por hacer. “El principal obstáculo para nosotros es que tenemos escasos recursos”, comentó. De la misma manera, las autoridades locales tienen pocos recursos. Por ejemplo, la ampliamente desbordada policía local no puede proporcionar seguridad a los refugiados y al mismo tiempo atender los altos índices de delitos de Nairobi.
El alto costo para los periodistas exiliados
La crisis de periodistas refugiados de África oriental se ha prolongado durante más de una década, con un saldo alarmante para la libertad de prensa en la región. Con 14 periodistas forzados a huir de Ruanda, 27 de Eritrea, 49 de Etiopía y un preocupante registro de 78 de Somalia durante los últimos cinco años, el panorama regional de los medios es devastador, según señalaron los periodistas exiliados al CPJ. El reportero somalí Abdikafar lamentó que la violencia y el exilio han casi eliminado a los medios profesionales del país. Su colega Horriyo agregó que con tantos periodistas que se exiliaron, aquellos que aún cumplen con su labor informativa en el país no cuentan con el entrenamiento apropiado. Los eritreos, etíopes y ruandeses cuentan similares historias de desolación.
Todos los periodistas en el exilio comparten un futuro incierto. Mientras que Zerihun no tiene esperanzas de regresar a Etiopía, Horriyo querría volver a Somalia en un abrir y cerrar de ojos, si hubiese condiciones de paz. “Cuando uno se exilia, al principio no se siente como algo bueno, puesto que has dejado todo atrás”, concluye el editor eritreo, Aaaron. “pero después agradeces que tienes una nueva vida”.
El CPJ lanza su informe anual de periodistas en el exilio para conmemorar el Día Mundial de los Refugiado, el 20 de junio. Este año, el CPJ acortará el período durante el cual realiza monitoreo de los exilios de diez años a cinco, a fin de realizar un registro más completo. El informe del CPJ considera sólo a aquellos periodistas que abandonaron sus países por persecuciones relacionadas con su labor periodística, quienes permanecieron en el exilio al menos tres meses y aquéllos cuyos paraderos y actividades son conocidas. No incluye los numerosos periodistas y trabajadores de medios que abandonaron sus países por oportunidades profesionales o financieras, quienes se fueron por la violencia general o los que fueron blanco por actividades diferentes al periodismo, como el activismo político. El informe se basa únicamente en los casos que ha documentado el CPJ, sobre los cuales plantea algunas tendencias globales. Otros grupos que utiliza criterios distintos al CPJ, citan números más altos de periodistas en exilio.
Sheryl A. Mendez, asociada del programa de asistencia colaboró con el informe.