Por Mike O’Connor/Representante del CPJ en México
Ellos dirían que los asesinos no han permitido que informen sobre temas importantes durante años, si se considera información seria la que trasciende para el público. Por ejemplo, ¿por qué la policía no investiga la mayoría de los casos de asesinatos, secuestros y extorsión? ¿Por qué las drogas se venden de manera tan abierta? ¿Por qué tres ex gobernadores están siendo investigados por lavado de dinero para el cartel de la droga que tiene el control de la mayor parte del estado de Tamaulipas?
Si prometes no revelar sus nombres, los periodistas del principal diario de Nuevo Laredo te dirían que un par de años atrás, durante un tiempo, las amenazas de muerte por parte de los grupos criminales que controlan la ciudad eran tan intensas que dejaron de cubrir cualquier tipo de asesinato. Las personas fueron asesinadas y no pasó nada. Tal vez la policía investigaba, probablemente no. De todos modos, nada se publicó en los diarios.
Se trata del diario El Mañana de Nuevo Laredo, un periódico que es propiedad de una familia y fue fundado por el abuelo de los directores actuales. Es parte de una cadena de tres diarios publicados en la parte mexicana de la frontera con Texas entre Nuevo Laredo y el Golfo de México. En la actualidad, ninguno de ellos puede cubrir las noticias importantes. Pero es mucho peor en Nuevo Laredo, donde el 13 de mayo el diario finalmente se dio por vencido y comunicó a sus lectores que ya contarán con el periódico para informarles sobre la cruenta guerra entre dos carteles de la droga que ha estallado de repente en la región. Ni siquiera informar á sobre el conflicto entre grupos del crimen organizado en otras regiones del país. En un editorial, el diario reclamó la comprensión del público. El diario “se abstendrá, por el tiempo necesario, de publicar cualquier información que se derive en las disputas violentas que sufre nuestra ciudad y otras regiones del país”, indico el editorial. “El consejo Editorial y de Administración de esta empresa ha llegado a esta lamentable decisión, obligado por las circunstancias que todos conocemos, y por la falta de condiciones del ejercicio libre del periodismo”.
Las circunstancias inmediatas indican que el 11 de mayo el diario fue atacado por hombres armados que activaron un artefacto explosivo fuera de las instalaciones, y luego dispararon contra la fachada y el estacionamiento. No se registraron daño de consideración, pero el mensaje fue claro, indicó personal del diario al CPJ. El personal de El Mañana entendió el ataque como una advertencia del Cartel de Sinaloa que pretende que su ofensiva para controlar de la región dominada por el Cartel de los Zetas reciba cobertura. (De ese modo, el Cartel de Sinaloa luce fuerte). No existieron contactos antes o después del ataque, afirmó un editor. No ha sido necesario. El mensaje fue suficientemente claro. El problema, el riesgo letal, afirman los periodistas, es que si no quieren que las acciones del Cartel de Sinaloa sean cubiertas, los Zetas podrían atacar al diario o a sus periodistas (porque la cobertura del periódico haría que los Zetas parezcan débiles). En otras palabras, un grupo amenaza si existe cobertura y otro grupo amenaza si no la hay. El diario fue atacado en 2006 por hombres armados que dispararon contra un reportero en cinco ocasiones y lanzaron una granada en la redacción. El periodista permanece en una silla de ruedas y el caso sigue sin resolverse.
De hecho, muchos medios en México han decidido no cubrir las noticias, al menos no informan sobre como los grupos de crimen organizado están ejerciendo el control en sus regiones. Pero El Mañana puede ser el primero en dejar de cubrir cualquier noticia sobre el conflicto entre los grupos, y hacer pública la decisión.
Los Zetas aseguraron despiadadamente durante mucho tiempo que no se informaba nada sobre sus actividades en Nuevo Laredo. Su control era tan completo que hace casi un año la policía de la ciudad fue disuelta debido a que era corrompida sin remedio y el ejército y la policía federal la reemplazaron. Sin embargo, como en tantas otras zonas del país, los Zetas y el Cartel de Sinaloa se encuentran ahora en una lucha a muerte en Nuevo Laredo, según informaron funcionarios federales.
La ciudad es un campo de batalla mientras los carteles combaten y las autoridades, como los ciudadanos, observan impotentes. El 17 de abril, 14 cuerpos fueron hallados en una camioneta. El 24 de abril, un coche bomba explotó frente a la principal sede policial, con un herido. La mañana del 5 de mayo nueve cuerpos fueron colgados de un puente, y en la tarde, 15 cabezas humanas fueron abandonadas cerca del ayuntamiento. Esos hechos fueron noticia en el diario, pero el día que el editorial fue publicado, 49 cuerpos mutilados fueron dejados al costado de una carretera que une a Monterrey, la tercera ciudad más grande de México, con Estados Unidos. Junto a los cuerpos se encontró un mensaje responsabilizando al Cartel de Sinaloa, según informes de prensa. La escena ocurrió a menos de 120 millas de Nuevo Laredo, pero la gente allí no pudo leer lo que sucedió en el diario El Mañana.