La cobertura sobre conflicto político es letal para la prensa

Un alto número de periodistas cayeron al cumplir con su labor informativa mientras cubrían protestas en la región árabe y el resto del mundo. Los fotógrafos y periodistas independientes son dos grupos vulnerables. Pakistán es nuevamente el país más letal.
Un informe especial del CPJ

En Egipto, manifestantes se reúnen para reclamar cambios democráticos en la Plaza Tahir. (AFP)
En Egipto, manifestantes se reúnen para reclamar cambios democráticos en la Plaza Tahir. (AFP)

Publicado el 20 de diciembre de 2011

NUEVA YORK
Pakistán continuó como el país más letal para la prensa por segundo año consecutivo, mientras alrededor del mundo la cobertura sobre inestabilidad política demostró ser inusualmente peligrosa en 2011, según reveló el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) en el registro anual de periodistas caídos por su labor. El análisis del CPJ descubrió cambios notables sobre datos históricos: los asesinatos premeditados bajaron mientras que las muertes por coberturas peligrosas como las protestas callejeras llegaron a su máximo nivel. Los fotógrafos y camarógrafos, con frecuencia más vulnerables durante disturbios violentos, cayeron en índices mayores al doble que el promedio histórico.    

Al menos 43 periodistas cayeron en relación directa con su labor informativa alrededor del mundo en 2011, con siete caídos en Pakistán, país con el mayor número de víctimas fatales. Libia e Irak, cada uno con cinco periodistas caídos, y México, con tres, también se figuran en lo más alto del ranking entre países con mayor número de muertes de reporteros vinculadas a su trabajo. La cifra total es consistente con el número registrado en 2010, cuando 44 periodistas cayeron por su labor. El CPJ continúa investigando los casos de otros 35 periodistas caídos en 2011 para determinar si estuvieron vinculados con su tarea periodística.          

El registro del CPJ identifica cambios significativos sobre la forma en que cayeron los periodistas. Un total de 16 periodistas cayeron víctima del cubrimiento de tareas riesgosas, muchos de ellos mientras informaban sobre los enfrentamientos violentos y caóticos durante los revueltas que se repitieron en el mundo árabe. Las víctimas incluyeron a Hassan al-Wadhaf, un camarógrafo yemení que fue baleado por un francotirador mientras cubría protestas contra el gobierno en Sana’a, y Ahmad Mohamed Mahmoud, un reportero egipcio que fue asesinado a balazos mientras filmaba una protesta en El Cairo. “Los periodistas que trabajan en este clima no corren menos riesgos que los corresponsales de guerra que cubren un conflicto armado”, indicó Ahmed Tarek, periodista de la Agencia de Noticias de Medio Oriente que fue agredido por la policía mientras cubría protestas en Alexandria, Egipto. “El mayor peligro que enfrentan hoy los periodistas en los países árabes de la posrevolución es el ataque a la prensa por parte de fuerzas políticas hostiles a cualquiera que informe sobre ellas”.     

El número de 19 asesinatos registrados en 2011 es la cifra más baja desde el 2002. Asesinatos premeditados, que históricamente suman unas tres cuartas partes de los periodistas caídos, constituyeron menos de la mitad del registro de 2011. Pero tanto Rusia como las Filipinas, dos países que han sido históricamente asolados por una violencia letal contra la prensa, registraron periodistas asesinados. En la república rusa sureña de Daguestán, un asesino esperó afuera de las oficinas de Chernovik, un periódico crítico independiente, y asesinó a balazos a su fundador, Gadzhimurad Kamalov. En las Filipinas, el CPJ documentó dos casos de comentaristas de radio caídos por su labor. Uno de ellos, Romeo Olea, recibió un disparo en la espalda mientras se dirigía al trabajo en su motocicleta. El CPJ está librando una Campaña Global contra la Impunidad que se centra particularmente en estos dos países.       .

Ocho periodistas cayeron en situaciones de combate en 2011, la mayoría de ellos durante la revolución en Libia. Las víctimas incluyeron a los famosos fotoperiodistas Chris Hondros y Tim Hetherington, quienes fueron asesinados por el impacto de un mortero en la ciudad occidental de Misrata, y Ali Hassan al-Jaber, un camarógrafo de la cadena Al Jazira quien fue asesinado en las afueras de Bengasi por fuerzas leales a Muammar Qaddafi. El conflicto libio fue “una de las revoluciones verdaderamente televisadas”, según señaló James Foley, un periodista estadounidense del Global Post quien fue detenido allí en abril. “Todos usaban una cámara, y una cámara es mucho más reconocible”.

Los fotoperiodistas en particular sufrieron graves pérdidas en 2011. Fotógrafos y camarógrafos constituyeron cerca del 40 por ciento del total del registro de periodistas caídos, casi el doble en proporción de la cifra documentada por el CPJ desde que comenzó a detallar a los periodistas caídos por su labor en 1992. Entre quienes cayeron figura Lucas Mebrouk Dolega, un fotógrafo la agencia europea Pressphoto quien fue impactado por una bomba de gas lacrimógeno disparada por fuerzas de seguridad que intentaban sofocar una masiva protesta en enero que terminó con el derrocamiento del Presidente Zine El Abidine Ben Ali.   

Ocho periodistas de Internet cayeron en represalia directa por su labor durante el año. Entre las víctimas figura la reportera mexicana María Elizabeth Macías Castro, cuyo cuerpo decapitado fue encontrado en la ciudad de Nuevo Laredo, junto a una nota indicado que había sido asesinada por informar en las redes sociales. Su asesinato marcó el primer caso documentado por el CPJ en el mundo que se produjo en relación directa con informes periodísticos publicados en las redes sociales. El registro de muertes de periodistas que trabajan en línea también incluye el caso de Mohammed al-Nabbous, fundador del sitio web libio Al-Hurra TV, asesinado mientras cubría un enfrentamiento en Bengasi. Al-Nabbous había emitido audio en vivo desde el lugar de la batalla cuando su transmisión fue de repente interrumpida por disparos de armas de fuego.

Los periodistas de Internet raramente figuraron en el registro de periodistas caídos del CPJ hasta el 2008. Pero desde entonces, a medida que los periodistas que trabajan en la web constituyen una proporción cada vez mayor de la prensa que informa sobre conflictos, el número de víctimas de los que trabajan en línea aumentó en forma paulatina.  

El análisis del CPJ también encontró un alto índice de periodistas independientes entre las víctimas de 2011. Casi un tercio del total de los periodistas caídos está conformado por periodistas independientes, más que el doble de lo que en general ha representado este grupo históricamente. El periodista azerbaiyano independiente Rafiq Tagi cayó en noviembre luego de haber sido apuñalado en una calle de Bakú. El reportero había sido amenazado por su cobertura crítica sobre la política islámica y de gobierno.

La violencia contra la prensa siguió en niveles altos en Pakistán, donde 29 periodistas han caído por su labor en los últimos cinco años. Las víctimas de 2011 incluyen a Saleem Shahzad, un periodista de Asia Times Online, quien fue asesinado por revelar vínculos entre Al-Qaeda y la marina pakistaní. La investigación del CPJ muestra que Pakistán es uno de los peores países del mundo en términos de procesamiento judicial de los asesinos de periodistas. “La solución es simple pero muy difícil al mismo tiempo”, afirmó el periodista pakistaní Umar Cheema, quien fue secuestrado y brutalmente asaltado en 2010. “El gobierno debería tomar esta situación en serio y llegar a la conclusión de que es su deber proteger a la prensa. Si un periodista es amenazado, el culpable debe ser enjuiciado. Aún si sólo en un  caso los responsables fueran enjuiciados, eso llevaría el mensaje claro de que el crimen no permanecerá sin resolver”.

La cifra de periodistas caídos en Libia, si bien es alta, no sorprendió debido a la revuelta armada y el clima general de violencia. El hecho de que Irak, con cinco caídos, figure a la altura de Libia en el índice de víctimas fatales es ilustrativo del nivel de violencia en ese país. Después de registros letales record en la mitad de la última década, el número de periodistas caídos en Irak comenzó a bajar en 2008. Pero las muertes se han nivelado en los años recientes a medida que los periodistas son víctima de asesinatos premeditados y ataques de insurgentes como el asalto en marzo contra el edificio del gobierno provincial en Tikrit que terminó con la vida de los periodistas  Sabah al-Bazi y Muammar Khadir Abdelwahad.

En México, el CPJ ha documentado tres casos de periodistas caídos en relación directa con su labor y continúa investigando otros cuatro casos. Las autoridades mexicanas parecen paralizadas en sus esfuerzos por combatir la ola de violencia sin precedentes contra la prensa; el Congreso continuaba debatiendo legislación a fin de año que federalizaría los crímenes contra la libertad de expresión, lo que sacaría las investigaciones de las manos de funcionarios locales que han sido corrompidos e influenciados por los grupos criminales. Los periodistas mexicanos continúan enfrentando una opción oscura: censurar su trabajo o informar bajo riesgo. Noel López Olguín,  un periodista que escribía sobre narcotráfico y corrupción en su columna “Con Pluma de Plomo”,  fue hallado en mayo en una fosa clandestina en el estado de Veracruz, dos meses después de que fuera secuestrado por hombres armados. 

Tanto Afganistán como Somalia, dos países asolados por el conflicto y con niveles persistentes de violencia contra la prensa, registraron casos de periodistas caídos en 2011. El CPJ documentó los casos de un periodista y un trabajador de medios en Somalia, junto con los casos de dos periodistas caídos en Afganistán. 

Los casos, aunque separados por un continente, tenían similitudes que ilustran el grave peligro de cubrir los conflictos. En Somalia, tropas de la Unión Africana (UA) dispararon contra un convoy de ayuda humanitaria y dieron muerte a Noramfaizul Mohd, un camarógrafo malasio. La UA indicó que el tiroteo fue accidental pero no publicaron más detalles. En Afganistán, un soldado estadounidense mató a balazos a Ahmad Omaid Khpalwak, un corresponsal para Noticias Afganas Pajhwok y la BBC, durante un ataque de insurgentes en Tarin Kot. La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad concluyó que el soldado confundió la acreditación de prensa de Khpalwak con el detonante de una bomba.

Dos periodistas murieron en custodia del gobierno de Bahrein. Karim Fakhrawi, uno de los fundadores del diario independiente Al-Wasat, y Zakariya Rashid Hassan al-Ashiri, editor de un sitio web de noticias local en la aldea de Al-Dair, cayeron en la misma semana en abril. Aunque el gobierno afirmó que los dos murieron por causas naturales, hay denuncias generalizadas de que sus muertes fueron causadas por trato abusivo. Mansoor al-Jamri, co-fundador de Al-Wasat señaló que la muerte de Fakhrawi fue un mensaje del gobierno para sus críticos: “Esto podría ocurrirte, y nadie te va a proteger, y nadie puede hacer nada por ti”.

Estos son otros detalles y tendencias que surgen del análisis del CPJ:

El CPJ comenzó a recopilar registros detallados de todas las muertes de periodistas en 1992. El personal del CPJ indaga independientemente y verifica las circunstancias detrás de cada asesinato. El CPJ considera un caso relacionado con el trabajo sólo cuando su plantel tiene certeza razonable que un periodista cayó en represalia directa por su trabajo; en fuego cruzado, o cumpliendo una tarea de riesgo.

Si el motivo aún no es claro, pero existe la posibilidad de que un periodista haya caído en relación directa con su trabajo, el CPJ clasifica el caso como “no confirmado” y continúa investigando. La lista del CPJ no incluye periodistas que murieron por enfermedades o en accidentes –como en una colisión vehicular o accidente aéreo– a menos que el accidente haya sido ocasionado por una acción hostil. Otras organizaciones de prensa que utilizan criterios diferentes registran números de periodistas caídos más altos que el CPJ.

La base de datos de periodistas caídos en cumplimiento de su trabajo en 2011 compilada por el CPJ incluye una cápsula informativa para cada víctima y un análisis estadístico. El CPJ mantiene también una base de datos de todos los periodistas caídos desde 1992. Una lista final de los periodistas caídos en 2011 se hará pública a principios de enero.

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