Nueva York, 17 de diciembre de 2009—Por lo menos 68 periodistas en el mundo cayeron en cumplimiento de su trabajo informativo en 2009, la cifra más alta documentada por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) hasta la actualidad, según un nuevo análisis de la organización. El número récord fue alimentado en gran parte por la matanza de 30 trabajadores de los medios mientras cubrían elecciones en la provincia filipina de Maguindanao, el evento más letal para la prensa en la historia del CPJ.
La cuenta mundial supera el récord anterior de 67 muertes, documentado en 2007, un año de violencia generalizada en Irak, dónde las víctimas fatales en los medios eran comunes. El CPJ continúa investigando las muertes de otros 20 periodistas en el mundo durante 2009 para determinar si se relacionan con su labor periodística.
“Éste ha sido un año de devastación sin precedente para los medios en el mundo, pero la violencia también confirma tendencias de largo plazo”, explicó Joel Simon, Director Ejecutivo del CPJ. “La mayoría de las víctimas eran reporteros locales cubriendo las noticias de sus propias comunidades. Los autores asumieron, basándose en antecedentes, que jamás serían castigados. Así los asesinatos ocurran en Irak o en Filipinas, en Rusia o México, es clave cambiar esta suposición para poder reducir el número de muertes”.
La atrocidad de la masacre en Filipinas no tiene paralelo. Veintinueve periodistas y dos trabajadores de prensa formaban parte de las 57 personas que fueron asesinadas brutalmente en una emboscada motivada por rivalidades entre clanes. El evento más mortífero para la prensa previo a éste sucedió en 2006 en Irak, dónde 11 empleados de la televisora Al-Shaabiya fueron asesinados tras un ataque a los estudios de la estación en Bagdad, según las investigaciones del CPJ.
La matanza de Maguindanao, aunque extrema, refleja el clima de impunidad profundamente arraigado en Filipinas, dónde el prolongado fracaso político y en el cumplimiento de la ley han conducido a altos números de asesinatos de periodistas y bajos índices de condenas a lo largo de las últimas dos décadas. Por dos años consecutivos, el CPJ ha identificado a Filipinas como una de las naciones dónde menos se combate la violencia contra la prensa.
“Los asesinatos en Filipinas son el producto terrible pero no del todo sorprendente de una realidad de largo plazo: el gobierno ha permitido que la violencia sin castigo contra la prensa, principalmente por motivaciones políticas, se convierta en parte de la cultura”, indicó Bob Dietz, el Coordinador del Programa de Asia del CPJ. “La masacre de Maguindanao podría ser un punto decisivo para las Filipinas si sus líderes pueden reunir la suficiente voluntad política para asegurarse que los responsables sean castigados. Si no hay cambios, habrá más periodistas caídos por su labor en los próximos años”.
El CPJ y otros grupos de libertad de prensa ya han manifestado su preocupación por la integridad de la investigación en Maguindanao. Un informe de cuatro grupos locales de prensa encontró que la escena del crimen no había sido bien preservada, que posibles testigos habían sido intimidados y que la coordinación de la investigación había sido mediocre. Un funcionario local explicó al CPJ que él y sus colegas no tienen los recursos suficientes ni la seguridad adecuada para poder llevar a cabo la pesquisa.
En su análisis global, el CPJ también encontró cambios notables en los riesgos en las zonas de combate. Las muertes en Irak continuaron una tendencia en descenso. Cuatro periodistas iraquíes cayeron durante el año, el número más bajo desde el principio del a guerra en 2003.
Pero la violencia se disparó en Somalia, dónde nueve periodistas locales fueron asesinados o cayeron en situaciones de combate. A lo largo de 2009, militantes de Al-Shabaab llevaron a cabo una campaña de terror contra la prensa somalí, asesinando periodistas e incautando medios de comunicación. Una de las víctimas fue Said Tahlil Ahmed, director de la estación radio y televisión HornAfrik, quien fue baleado mientras él y otros periodistas caminaban en el mercado Bakara de Mogadiscio hacia una conferencia de prensa.
“Las nueve muertes en Somalia son una pérdida tremenda para el pequeño grupo de periodistas que arriesgan sus vidas a diario con tan solo salir a la calle”, comentó Robert Mahoney, subdirector del CPJ, quien supervisa las acciones de apoyo de la organización en la región. “Sus valientes reportajes no solamente los exponen al fuego cruzado sino también a ser blanco de asesinatos por islamistas que pretenden controlar su mensaje”.
Cuatro periodistas cayeron en Pakistán durante el año, incluyendo a Musa Khankhel, un reportero local de televisión conocido por su cobertura crítica. Secuestrado mientras cubría una protesta pacífica en marzo en una zona controlada por militantes cerca al pueblo de Matta, Khankel fue torturado para luego ser baleado en varias ocasiones.
Como en años anteriores, el asesinato fue la causa principal de muertes relacionadas con el trabajo periodístico en 2009. Por lo menos 50 periodistas fueron blanco de asesinatos en represalia por su trabajo, representando casi tres cuartas partes de las muertes en 2009. Once periodistas cayeron por fuego cruzado mientras cubrían situaciones de combate, mientras que siete más cayeron en tareas de riesgo como la cobertura de redadas policiales o protestas callejeras.
Muchos de las países más letales para la prensa en 2009 tienen una larga historia de violencia contra periodistas y tazas altas de impunidad en dichos ataques.
Tres periodistas fueron asesinados en Rusia, dónde se ha registrado un alto número de periodistas caídos por su labor en las dos últimas décadas. Entre las víctimas de 2009 figura Abdulmalik Akhmedilov, un editor de Daguestán, quien criticó fuertemente a funcionarios gubernamentales por reprimir el disenso religioso y político. Fue encontrado muerto de un disparo, estilo ejecución, en su automóvil. El CPJ publicó un informe en septiembre, Anatomy of Injustice, dónde examina el alto número de asesinatos de periodistas sin resolver en Rusia, que provocó promesas gubernamentales de volver a evaluar varios casos.
Dos periodistas cayeron tanto en México como en Sri Lanka. En el estado de Durango, en México, agresores secuestraron al reportero de la nota roja Eliseo Barrón Hernández en su casa, frente a su esposa y sus dos pequeñas hijas. Su cuerpo, con un balazo a la cabeza, fue encontrado el día siguiente en una cuneta de irrigación. Barrón había dado investigado una nota sobre corrupción policial.
También se sospecha que el asesinato de Lasantha Wickramatunga, un editor de Sri Lanka conocido por sus reportajes críticos sobre el gobierno, haya sido en retribución por su trabajo. Ocho hombres con cascos en cuatro motocicletas sacaron el auto de Wickramatunga de una importante carretera en las afueras de Colombo, y lo atacaron con barras de metal y palos de madera.
Estos son otros detalles y tendencias que surgen del análisis del CPJ.
• El número de 2009 subió por más del 60 por ciento respecto a las 42 muertes registradas en 2008.
• Con la excepción de dos, todas las víctimas de 2009 eran periodistas locales. Aunque los reporteros locales siempre han sido más vulnerables a la violencia mortal que sus pares extranjeros, la diferencia jamás ha sido tan amplia en la evaluación del CPJ.
• Los periodistas de la prensa escrita constituyen el 56 por ciento de la cuenta, mostrando que los medios escritos siguen teniendo un papel central en el reportaje de noticias en situaciones peligrosas. Aunque el CPJ ha encontrado una pequeña disminución en el número de periodistas de la prensa escrita encarcelados, no ha notado una caída comparable en las muertes de reporteros, editores y fotógrafos que trabajan en medios escritos.
• Además de los asesinatos en Maguindanao, el CPJ registró las muertes de tres periodistas más en cumplimiento de su trabajo en Filipinas en 2009. En total, 32 periodistas y dos trabajadores de prensa cayeron durante el año en ese país.
• Dos periodistas murieron por negligencia o maltrato mientras se encontraban encarcelados por acusaciones vinculadas a su labor periodística. Novruzali Mamedov murió en una cárcel en Azerbaiyán después de que se le hubiera negado el cuidado medico necesario, mientras que el bloguero iraní Omidreza Mirsayafi murió en la Prisión de Evin bajo circunstancias que nunca fueron detalladas.
• Por lo menos dos periodistas desparecieron durante el año, una en México y otro en Yemen.
• Nueve periodistas freelance figuran entre las víctimas de 2009. La proporción de periodistas freelance es consistente con la de años anteriores.
• Otros países donde cayeron periodistas son: Afganistán, Colombia, El Salvador, Indonesia, Kenya, Madagascar, Nepal, Nigeria, los territorios palestinos ocupados y Venezuela.
El CPJ comenzó a recopilar registros detallados de todas las muertes de periodistas en 1992. El plantel del CPJ aplica un criterio estricto para cada caso; los investigadores indagan independientemente y verifican las circunstancias detrás de cada asesinato. El CPJ considera un caso relacionado con su trabajo sólo cuando su plantel tiene certeza razonable que un periodista cayó en represalia directa por su trabajo; en fuego cruzado, o cumpliendo una tarea de riesgo.
Si el motivo aún no es claro, pero existe posibilidad que un periodista haya caído en relación directa con su trabajo, el CPJ clasifica el caso como “no confirmado” y continúa investigando. La lista del CPJ no incluye periodistas que murieron por enfermedades o en accidentes —como en una colisión vehicular o accidente aéreo— a menos que el accidente haya sido ocasionado por una acción hostil. Otras organizaciones de prensa que utilizan criterios diferentes registran números de periodistas caídos más altos que el CPJ.
La base de datos de periodistas caídos en cumplimiento de su trabajo copilada por el CPJ incluye una cápsula informativa para cada víctima y un análisis estadístico. El CPJ mantiene también una base de datos de todos los periodistas caídos desde 1992. Una lista final de los periodistas caídos en 2009 se hará pública a principios de enero.